Aprendizaje
En las conversaciones que mamá sostenía con otras personas, siempre la escuché decir que cuando yo entrara a cierta edad me enamoraría y me casaría. En mi mente infantil la frase “tener novio” significaba dos chiquillos platicando de cosas intrascendentes, mirarse lelos el uno al otro y sonreírse como tontitos. “Casarse” era cumplir la obligación de visitar la iglesia y luego acudir a una pomposa fiesta (que a final de cuentas los novios pagan y no disfrutan) para ser el centro de atención de todas las miradas (que si la novia luce de tal o cual manera, si el peinado la favorece, si el vestido así y asá, si el novio no se afeitó bien o se lastimó al hacerlo y cosas por el estilo que nunca faltan), convivir y escuchar las estupideces que por buenos deseos te hacen saber los invitados y padrinos. Nada que ver con la realidad. Crecí en estatura y edad, maduré física y emocionalmente, el mundo dejó entonces de ser fácil como lo decía mamá y entendí con el paso de los años que el amor es co...