La oscuridad de los sueños rotos

Augusto Un alivio el que su esposa dedique un fin de semana para sí. No le enfadó el que ella le comentase su viaje en una impersonal hoja de papel arrancada con prisas de una libreta y que pegó en el frigorífico la mañana antes de irse. No se preocupa por ella, sabe cuidarse sola. Domingo al mediodía. La voz de Mariela suena tranquila a través del celular. Le pide se encuentren en el Hospital Central. ¿Hospital Central? ¿Le ha ocurrido algo a Nadie, acaso? No le dan más información. Se encamina rumbo del conocido hospital, rogando porque Nadine esté bien. En recepción están Mariela y María Inés, las mejores amigas de Nadine. Intercambian saludos, pero no le dicen lo que él necesita saber. Después de un largo rato, una enfermera les pide que pasen al despacho del doctor que atendió a la paciente. Recibe la noticia de la muerte de su esposa. * ...