El Todopoderoso

Llevó su humillación y dolor a escondidas, sin gritos ni reclamos. Por su garganta resbalaron como lava ardiente todos los reproches que se contuvo de gritar a Carlos y a esa mujer de poca monta que por mucho tiempo consideró su amiga. El mundo gira y gira hasta alterar el rumbo de las cosas. Carlos llegó a su casa trastabillando, en estado de ebriedad completa. Melanie se levantó de mala gana por si el señor deseaba cenar algo. Para su fortuna no. El hombre se retiró a la habitación que comparte con su esposa, se tiró sobre la cama vestido y con zapatos. Los ronquidos no se hicieron esperar; Carlos tiene el sueño tan pesado que puede estallar una bomba y él ni cosquillas siente. En diferentes circunstancias, Melanie le habría reñido por esa acción, le hubiese exigido que se bañara antes de acostarse, pues le causaba nauseas su olor a sudor rancio mezclado con tabaco y cerveza, pero esta vez lo dejó pasar. Vestía con una camiseta de algodón gris, fue cuestión solo de poner...