El Todopoderoso








El dinero en efectivo descansa en un sobre amarillo sobre la cama, los boletos de autobús yacen listos al lado de la maleta pequeña que contiene solo lo indispensable de ropa, documentos y objetos personales. Se deja caer sobre el mullido colchón, aún hay tiempo antes de que llegue quien espera. La mirada vaga por la habitación, permite que la nostalgia hable mediante recuerdos: todos los momentos alegres y amargos que vivió en esa casa le gritaban que se quedara, su voz interior le aconsejaba que diera marcha atrás en su decisión antes de que ocurriese algo imposible de reparar… sacudió la cabeza como si con ese gesto lograra arrojar al aire los pensamientos y que cayesen convertidos en nada al suelo, como sucede con las gotas de agua al sacudir el cabello mojado. Nada es para siempre, se recordó, esas habitaciones eran prestadas y ha llegado el momento de devolverlas. Pero no de esa manera, con una carta enviada ya estando lejos. Marcharse al amparo de la oscuridad de la noche, como lo hacen los criminales, los prófugos. No, no es la mejor opción, pero ya no queda otra.

El ruido de una puerta al abrirse rompe sus recuerdos. Se levanta, alisa su ropa, en una mano toma los boletos y el sobre con dinero y en la otra la pequeña maleta y se encamina al recibidor con paso rápido.

¿Tú?

Retrocede por instinto hacia atrás, como si hubiese recibido una descarga eléctrica.

Continuará... 


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