El Todopoderoso



Desapareció. Su cuenta de ahorro, la que formó durante años con el esfuerzo de su trabajo, está en cero. Imposible que un cajero automatizado, programado, se haya equivocado: dos veces tecleó su nip personal, la primera vez la respuesta automática fue “saldo insuficiente”, quizá mis dedos oprimieron un número por otro; vamos, intentémoslo de nuevo. Segunda vez: el mismo mensaje: “saldo insuficiente”.

 

Confusa y molesta, se dirige al gerente de la institución bancaria, quien luego de introducir en su computadora los datos de la cuenta de Melanie, la respuesta humana es la misma que la del cajero robot: no hay efectivo disponible, ya fue retirado por completo en días anteriores.  

 

Ya en casa, en medio de incertidumbre y coraje, intenta saber cómo le fue sustraído ese dinero, la idea pasa largo tiempo rondando por su mente, que termina con dolor de cabeza. Al final decide acudir ante la autoridad para denunciar ese robo, sí, eso hará, la policía cuenta con los medios y la tecnología para esclarecer ese ilícito.  

 

Una refrescante ducha es un remedio infalible contra el dolor de cabeza. Termina de secar el agua de su cuerpo y saca del cajón de la cómoda la ropa interior para comenzar a vestirse; algo cae al suelo. Al levantarlo reconoce su letra garabateada en un trozo de papel pequeño, cubierto con una capa de cinta adhesiva.     

 

¡Oh, sí! Ya recuerdo.


Continuará...




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