Me pregunto si...
Estoy física y emocionalmente agotada. Todo el día trajinando de un lado a otro en la oficina y aparte llego a casa a realizar las tareas que no alcanzo a organizar y que voy relegando dizque para mañana, y ese “mañana” no llega. Por fin ya tomé mi acostumbrada ducha tibia de la noche, cené algo ligero pero delicioso, luego un cafecito caliente para acompañar una rebanada de pastel. Y ahora pago las consecuencias de ingerir cafeína, además que hice trabajar demasiado a mi estómago y el resultado es que no puedo dormir, el sueño ha huido de mis ojos. Son las dos de la madrugada y solo doy vueltas y vueltas en la cama. Me quedo quieta, escuchando los ruidos de la soledad de la noche. A través de la ventana de mi habitación logro ver un cielo azul, límpido, con algunas estrellas iluminándolo. Algunas las veo azules, otras amarillas. Un cielo gélidamente invernal de enero. El escenario me transporta, sin quererlo yo, a mi infancia. A esas noches de domingo en las que después de hacer los ...