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Mostrando las entradas de agosto, 2011

Puede ser que te lleves una sorpresa...

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Sentada a la mesa de aquel lujoso restaurant, mientras esperaba a Omar, su socio en el despacho, Yolanda se sentía poco menos que una cucaracha, acababa de realizar un muy jugoso deposito bancario gracias a un negocio judicial que le fue encomendado gracias a las recomendaciones que su amiga Elizabeth tuvo a bien hacer sobre ella. -Elizabeth, nunca imaginaría que gracias a ti tendría muchas de las cosas de las que hoy gozo. Y pensar que te juzgué indebidamente, sin saber los problemas por los que atravesabas en esos días… Mentalmente retrocedió en el tiempo. Se conocieron cuando ambas cursaban la carrera de Derecho; dos años atrás Elizabeth suspendió sus estudios y ahora los reanudaba, integrándose al grupo de Yolanda, y aunque aquélla era demasiado reservada y además insegura al momento de relacionarse con otras personas, la amistad surgió de inmediato entre las dos. Yolanda contaba con un gran defecto o virtud, dependiendo de la visión de cada quien: era demasiado perfecc...

La libreta de Rosalia

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Rosalía tiene una libreta. Común y corriente, con corazones, estrellas y flores en la portada. En esa libreta Rosalía escribe y escribe. Sus sueños, sus fantasías. Cuidado, su jefe llega, la saluda, Rosalía cierra apresuradamente su libreta y contesta el saludo. Gustavo se da cuenta del desasosiego que invade a Rosalía, advierte la reacción que su presencia le provoca. El hombre sonríe con disimulo. Llega la hora de salida, Rosalía guarda su libreta confidente, al saberse completamente solo, Gustavo abre el escritorio de Rosalía y mira la colorida libreta, la curiosidad la obliga a tomarla, se sienta, sabe que quizá la lectura sea extensa pero también entretenida. Comienza a leer: “Este hombre me perturba, no sé con exactitud el por qué, será la manera en que me trata, nunca antes fui tratada con tantas consideraciones”. Avanzó varias páginas sin reparar en lo escrito, por fin una acaparó su atención. “Quizá sea imaginación mía, pero creo que cada vez que visto de escot...

Ese par de anillos

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Desde hacía varios días que los observaba. Gilberto estaba como hipnotizado, parado tras el aparador de aquella joyería que tenía en exhibición bisutería barata; ese par de anillos de latón corriente con la oración del Padre Nuestro grabada, atraía poderosamente su atención. -Sé que son unos anillos corrientes, pero tienen algo que me gusta. Entró decidido en la tienda, una sonriente joven se acercó a preguntarle si podría ayudarle en algo. -Sí, muéstreme por favor esos anillos, los del Padre Nuestro. -Solo en color plata, o combinado de oro y plata? -Los combinados, uno en medida 6 y el otro en 10. Se midió el número 10. Le gustó el aspecto que tenía ya puesto en su dedo. -Me gusta, me llevo los dos. Con su preciosa adquisición se dirigió a casa de Sofía, su novia; llevaban ya un año de noviazgo y los preparativos para su enlace matrimonial estaban demasiado adelantados. A pesar de que la joyería le ofreció el servicio de grabado de sus nombres, decidió no hacerlo aún....