Privadas del Paraiso

-Este producto no lo comercializamos en esta tienda señora, ningún producto para pies es vendido aquí. Daniela observó la botella que sostenía la empleada entre sus manos. -Entonces…-la empleada le regresó la botella.- Debe ser de otra tienda. Disculpe por haberle quitado su tiempo. La empleada le regaló una amable sonrisa. Salió de la tienda. Ya en su auto, antes de encenderlo pensó en voz alta. -No hay otra tienda que yo haya visitado ayer, así que…es mejor no seguir averiguando que fue lo que pasó con esta crema. La dejaré para mi uso personal. De sobra sabía que nunca iba a usar esa crema, Daniela no le daba tanta importancia a su arreglo personal más allá de traer su ropa impecablemente limpia y planchada y zapatos boleados, su único arreglo consistía en un poco de perfume barato y de vez en cuando plancharse el cabello. El resto del tiempo su melena lucía suelta dejando al viento jugar placenteramente con sus rizos. Era el día de descanso de Florina, y Bernardo le había recordado...