Todo hubiera sido tan sencillo

Capítulo II Alíber. Los rayos del sol se filtraron por la ventana e hirieron sus ojos, palpó el otro lado de la cama y no sintió a su mujer. -Esa terquedad por continuar trabajando, si ya no tiene ninguna necesidad. Sabe que mis recursos están a su disposición en el momento que lo desee. Pero no. Se conforma con ser una empleada más en una fábrica de refrigeradores. Al diablo con eso! No tenía ganas esa mañana de acudir a la empresa. Su empresa. Y de Raquel también, por supuesto. Ella concibió la idea, la dibujó en su mente y la plasmó sobre papel. Por ella aquel despachito humilde en que comenzaron los dos a ganarse la vida por medio de sus diseños, había cobrado prestigio a base del esfuerzo de ambos. Fue su esposa quien lo convenció de invertir todo su capital en ese sueño. Lo contagió con su entusiasmo. El cerebro de la empresa pudo haberse disuelto, pero su presencia estaría ahí siempre, en cada detalle, en cada rincón. Sin saber por qué sentía una extraña necesidad de quedarse en...