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Mostrando las entradas de noviembre, 2022

El Todopoderoso

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  -No, no, no. –grita Carlos al tiempo que de improviso que se levanta de un salto e intenta tomar por el cuello a Esperpento, olvidando por completo que tiene unas esposas en sus muñecas, además de que por los gritos y el ruido de la silla al volcar, los uniformados aparecen con rapidez al auxilio de su jefe.- Ese niño es mi hijo, Adela y yo lo engendramos, revise el documento, debe haber algún error. Esperpento lo mira con compasión y algo parecido a la tristeza, emociones que contrastan con la dureza de su rostro. Con tranquilidad se dirige al detenido. -No hay error, esa criatura no lleva tus genes. Solo Adela sabe a quién le pertenecen. Y es una lástima que no pueda decírnoslo. –dirigiéndose a sus subordinados, les dice en tono calmado pero autoritario- Regrésenlo a la celda, ya me ocupo de que le asignen un abogado de oficio.  Continuará... Obra bajo Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License  

El Todopoderoso

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  -Los vecinos dicen haberte visto salir de casa de Adela poco después de la medianoche. –los ojos vivaces de Esperpento lo escrutan sin ningún disimulo- Dicen no haber escuchado gritos ni nada por el estilo, obvio, el amante visitando a su querida, nadie sospechará sus intenciones… -Nunca le haría daño a Adela, es el amor de mi vida…-su voz comienza a quebrarse y la mirada se torna vidriosa, por lo que opta por guardar silencio. -El amor de tu vida…-Esperpento repite estas palabras como un eco, burlón, sarcástico…-¿Y en qué lugar queda tu esposa? Carlos guarda silencio, una alarma se enciende en su cerebro: hasta ese momento comprende que sobre sus hombros recae la sospecha de asesinar a Adela. -Un…un momento… ¿está insinuando que yo maté a Adela por temor a que mi esposa se entere de mi aventura? Esperpento se mantiene callado, solo observa las reacciones de su interlocutor. En los labios de Carlos se dibuja una mueca amarga que intenta ser sonrisa al tiempo que hace un ademán ne...

El Todopoderoso

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  Desubicado, sorprendido, y con el intenso dolor dibujado en su cara  provocado por los golpes recibidos a manos de los policías que lo aprehendieron esa mañana, Carlos observa la pequeña bolsa traslucida que contiene un dije transparente en color rojo, el color preferido de Adela, colgando de una cadenita plateada. -¿Lo reconoces? –pregunta el esperpento, sosteniendo en alto la bolsita plástica, a una distancia prudente para que el detenido pueda observarlo en plenitud. -Es de Adela. –la voz apenas puede salir de su garganta. -Querrás decir que era de Adela. Sabes quién era Adela . Y sabes que estás en la policía ministerial, ¿verdad? –un débil asentamiento de cabeza por parte del sospechoso le da luz verde para continuar con su trabajo.- ¿Y sabes por qué? Transcurrieron varios minutos en los que Carlos intenta acomodar las piezas en el sitio correspondiente dentro de sus recuerdos, lo último que su mente trae a flote es que salió de su trabajo y fue a una taberna p...