No se lo cuentes...
Existen cosas que son solo para una. Personales, íntimas, secretos que
nos emocionan y nos provocan una discreta sonrisa.
Lo anterior viene a colación porque hoy conocí a un colega mientras diligenciaba
unos trámites, un señor con presencia, buen trato, finos modales… la presentación
se dio sola, la conversación fue de todo un poco: el calor, la carga de
trabajo, la experiencia profesional, etc., con la forma de estrecharme la mano,
sonreírme y decir “el gusto es mío” con una sonrisa, me dio pie a pensar que me
estaba tirando los tejos.
Como nos reiríamos Ulises y yo al compartirle esta anécdota. Momento. Alto.
Silencio.
Las veces que le he compartido las invitaciones a salir que me han hecho
los clientes, no he salido muy bien parada. Ulises sabe perfectamente que son
incapaz de aceptar las invitaciones de otra persona a quien apenas conozco,
pero el demonio de los celos es tremendo, y puede ocasionar una tormenta.
Al final, decidí guardar la situación para mí.
Shhh. No debemos contarlo todo.
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