Apariencia y experiencia


 










De que colores tan preciosos se viste el amanecer. Dorado, azul violeta, celeste… aunque sea invierno, el alba nos sorprende con sus colores de verano.

Desafortunadamente, el ser humano, el depredador más peligroso del planeta tierra, no valoramos esos momentos de serenidad, de encontrarnos con la divinidad, de escuchar lo que tiene para decirnos día a día. El mundo nos envuelve con sus tentaciones seductoras en los ámbitos culturales, sociales y económicos. Todos quieren estar a la altura de una economía desahogada, comprando cosas que no necesitan solo para que el resto de la gente murmure de ellos, que tienen electrónica de tal marca, ropa del diseñador fulano, perfumes del diseñador zutano, lentes de tal diseñador y que los adquirieron en tal parte de la Unión Americana… todo esto se resume en una sola palabra: presunción.

Escuché a dos personas entablar conversación, uno de ellos, por lo que pude entender escuchando retazos de la plática, (aclaro que no es que dedique mi tiempo a escuchar conversaciones ajenas, no señor, pero tanto esos amigos como yo esperábamos el autobús que nos lleva fuera del fraccionamiento) acaba de encontrar trabajo como ayudante de albañil, y el contratista es su cuñado, total, que el cuñado emplea a un amigo suyo como supervisor de obra y el albañil se pregunta por qué no le nombró supervisor a él, ya que al ser parte de la misma familia el puesto le corresponde. Pero en fin, que ya se las apañará, no se veía en pleno diciembre desempleado y sin un céntimo en el bolsillo, por lo que se vio obligado a tomar la primera opción que se le presentara.

La respuesta del compañero fue que carece de la preparación de un supervisor, ya que cuando se le dio la oportunidad en las empresas donde laboró, demostró no tener el don de mando requerido, en una palabra, le dijo que el chiste no es llegar a ser jefe, sino saber serlo. 


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