Invierno, días de oscuridad

Fotografía: galería personal de la autora. Abre la puerta y una corriente de viento helado le cala hasta los huesos, desmintiendo así la idea de un frío no tan frío. Las apariencias engañan; piensa Imelda al observar cómo la fina lluvia va mojando poco a poco las calles hasta convertirlas en invisibles ríos. Se resguarda en casa, frotándose los brazos para darse calor. El clima ideal en el que se antoja un delicioso café acompañado por una generosa rebanada de pastel. No ahora, más tarde quizá. Se deja caer sobre el mullido sofá. Resultó perturbador para su vida aquel encuentro. Justo ahora que las cosas están acomodadas a su favor: disfruta ejerciendo su profesión como abogada, con entusiasmo y honestidad; tiene nuevas relaciones laborales, pero ojo, no amigos, solo buenos compañeros de trabajo. Después de meses de estrecheces monetarias, su economía le permite vivir desahogadamente. Logros en solitario. Relativo a los asuntos del corazón, dice para sus adentros I...