Estoy triste y me alegro
Fotografia: Antony Harrison
Son las 7.00 de la mañana, recibo un mensaje tuyo en
calidad de urgente.
No es un saludo, no, ni una demostración de afecto.
Muchísimo menos de amor.
Me despiertas para decirme que no puedes dormir.
Que el insomnio es el compañero de tus noches y que el
apetito ha abandonado tu estómago.
A la vez que la soledad está instalada en tu espacio.
Con desesperación comentas que a ella se le acabó el
amor.
Que estás solo otra vez.
Me alegro por eso, a la vez me entristezco por ti.
Por tristeza hacia ti me guardo reproches con los que
me encantaría iluminar tu rostro.
Mas no voy a ocuparme de ti ahora, mi tiempo ya pasó.
Imagino las horas largas y amargas que te esperan, y
eso me provoca alegría.
Los recuerdos te aguijonearán la memoria como
alfileres ardiendo.
Querrás atraparlos, pero se irán como agua en las
manos.
Incluso te volverás invisible para ti mismo,
convertido en roca, en algodón mojado, en nada.
Siento tristeza, sí, tristeza, porque ahora mientras
cruzas el oscuro puente del dolor,
en tu cuerpo se instala el frío de la incertidumbre,
que ni el sol más abrasador te quitará.
Vivirás de nuevo el significado de la indiferencia y
el abandono, cada vez que regreses a casa y solo el silencio y la oscuridad
esperen para rodearte en un abrazo sin fin.
Y la verdad todo eso me provoca alegría. Y tristeza.
Sí.
Obra bajo Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License.
Aquí les dejo un relato, espero sus comentarios. Salu2.
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