Cae más pronto un hablador…




-Ay! No me quiero levantar. Apenas puedo abrir los ojos, el sueño se niega a irse de mí y el cuerpo lo siento pesado, como si fuera de plomo. Hago un tremendo esfuerzo con cada movimiento de mi cuerpo.

Cada mañana al levantarme digo: Hoy le plantearé a mi tutora: “Gumara, no voy a poder acudir todos los días a las prácticas, tengo varios asuntos que requieren mi atención”. Pero ¿a quien intento engañar? Lo que pasa es que me llega la 1:00 de la madrugada sentada frente al televisor viendo esas series policiacas que tanto me agradan, y ándale! Dentro de cinco horas no me puedo despertar.

Pero el sentido del deber es más fuerte que la flojera…

A veces me sorprendo pensando como Laura Alicia, mi amiga, ja, ja! Ella cree merecerlo todo sin desgastarse. Ahí está que no le gusta trabajar, se la pasa buscando parejas en todo momento: cuando sale de compras, en las fiestas, hasta por internet, y cuando logra que un incauto se interese por ella, no lo quiere dejar escapar. Yo a veces visito esas páginas de citas a ciegas solo por curiosidad, aunque a veces la soledad pesa y quiero tener un hombre a mi lado para que me provea de todo. Me gusta asistir a comer con amigas a lugares donde hay “tardeadas para solteros” y conoces a gente con perfil similar al tuyo, pero son lugares de “categoría”, acude gente “bien” y por “bien” entiéndase de nivel económico medio y medio alto, intelectuales y profesionistas.

Bien sé que esos brevísimos momentos de pereza pasarán cuando llegue a mi oficina y vea el agradecimiento que la gente tiene hacia mí, el sentimiento de realización que me embarga al aprender de cada caso que se me asigna, y sobre todo al llegar el momento tan esperado de ir a comer. Esos pensamientos negativos que nublan mi razón es como si nunca hubieran existido…

Dios evite que por criticar a Laura Alicia, yo me convierta en una persona oscura y dependiente como ella…

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