Momento de duda
El teléfono vibra en el bolsillo de su saco, un cosquilleo recorre su
piel. Con discreción saca el aparato para ver quien le llama. Un mensaje de
texto que, al ser leído, le provoca una punzada ardiente en el estómago.
-Motel Encanto, carretera A la Deriva kilómetro 3.35. La encontrarás en
muy buena compañía…masculina, je,je.
Aquellas palabras, sobre todo las risas, son agujas punzantes que se
clavan en su corazón y en su mente. No, su adorada Lizet no puede, no es capaz
de jugarle un engaño. Llevan casados ¿cuánto? ¿Diez años? Y es de las pocas
personas que puede presumir de cero infidelidad de ambas partes. Decide
restarle importancia al mensaje, después de todo, tienen a su alrededor mucha
gente envidiosa: él es encargado del departamento de diseño de interiores en
una firma de arquitectos, y Lizet es una enfermera jefe que labora en uno de
los hospitales privados de más renombre en la ciudad.
Arturo intenta concentrarse en la ilustración que se proyecta en la
pantalla, un departamento muestra decorado para una campaña de ventas para una
inmobiliaria. Sonríe al ver el resultado final de sus bocetos. La sonrisa se ve
opacada por una suave vibración. De nuevo con el teléfono celular en mano, mira
que le ha llegado un segundo mensaje.
-¿No te animas a ver a tu amazona privada cabalgando en todo su
esplendor, entiéndase, desnuda, je,je (otra vez aquellas risitas pesadas)…encima
de otro tipo que no eres tú?
El corazón de Arturo latió con más fuerza. Su concentración se aleja por
completo de la sala de juntas del despacho y de sus colegas, ajeno a las
palabras de su jefe. Imagina a Lizet, su Lizet, teniendo una aventura. Reconoce
que durante los últimos meses, han mantenido a distancia su intimidad: el
hospital reclama a la jefa de enfermeras a cirugías diarias, dos, o a veces
más. Ella está en su elemento, acepta gustosa. Arturo por su parte, se ha visto
inmerso en lo ir y venir de la construcción-decoración. Apenas si tienen tiempo
para descansar, por lo que la actividad sexual se ha visto disminuida. ¿O por
parte de su esposa hay una tercera persona y él no se ha dado cuenta?
-¿Dudas o comentarios que desees hacer saber a tu equipo, Arturo?
Algo parecido a un fuerte trueno retumbó en sus oídos, sobresaltándolo y
volviéndolo a la realidad. Miró a Rogelio, su jefe, un hombre arrogante,
irrespetuoso y dado a exhibir los errores de sus subordinados.
-Arturo, Arturo, por si no estás enterado, en estas juntas se les pide
no distraerse con el teléfono, es demasiado importante lo que aquí se programa
como para no poner la atención debida.
El rostro de Arturo comenzó a teñirse de un tono rojo y el calor se
acumula en su piel. Por un instante no sabe que responder, luego saca la típica
excusa.
-Perdón Rogelio, perdón a todos, -los recorre uno a uno mientras se
levanta de su asiento sin importarle el resultado de su acción.- Una emergencia
en casa, debo irme. -se dirige a Rogelio, quien lo mira desconcertado, y antes
de que éste pueda hacer alguna objeción, camina hacia la puerta.- Regreso en un
rato.
En el trayecto hasta el estacionamiento marca el número de Lizet, sin
obtener resultados.
Acelera al máximo, sabe que en los hoteles de paso solo se rentan las
habitaciones por horas determinadas (lo sabe por pláticas entre compañeros, no
porque haya estado en alguno, obviamente), mira la hora en que le llegó el
mensaje, hace 30 minutos. Si sus cálculos son correctos, les falta una hora y
media para salir de su jornada. ¡Rayos y relámpagos! El hotel se encuentra
bastante alejado de su ubicación actual. Llama a Lizet, los timbres se suceden
uno tras otro hasta entrar el buzón de voz. Es una bendición que la carretera
esté despejada, ya se está acercando. Mira la hora. Faltan veinte minutos para
que su mujer salga bien servida con su menú callejero. ¡Y ahora qué! Las luces
de color azul y rojo de una patrulla de tránsito y una ambulancia indican que
hay un accidente. Solo eso faltaba. Mira de nuevo la hora. Diez minutos. Y el
tramo de carretera cerrado. Golpea con los pulgares el volante. El agente da la
indicación de seguir. ¡Gracias a Dios! Por fin divisa el hotel: una
construcción apartada intentando pasar desapercibida entre un espeso
bosquecillo. Al final del caminito hay un letrero que dice Oficina, conduce con
lentitud. Justo ve salir a una pareja de las habitaciones de la acera
contraria. La mujer camina al lado de la pared, el hombre del lado del jardín,
por lo que no puede ver su rostro. Pero el vestido azul…es muy parecido a uno
que él mismo le regaló en un aniversario… Y los zapatos tacón aguja,
transparentes… no cabe duda… es su Lizet. Los amantes salen del
estacionamiento. Él, perplejo, se queda atorado en sus cavilaciones. Hasta que
una voz enfurecida le grita algo que no logra entender. Da la vuelta para salir
de aquel lugar que transpira infidelidad y traición.
Su intención es seguirlos, pero cae en cuenta que ha perdido un tiempo
precioso en el estacionamiento del hotel. Ahora agradece al energúmeno que lo
hay vuelto a la realidad. En el camino insiste en llamar a Lizet. De nuevo
buzón de voz. Decide pasar por el hospital para notar su reacción.
En la recepción es atendido por una jovencita, debe ser nueva, no la
había visto antes.
-Disculpa, requiero ver a Lizet, la jefa de enfermeras.
La joven lo mira como si el hombre le acabara de hacer una broma de mal
gusto.
Arturo usa el encanto de su sonrisa para cambiar la jeta de la encargada
de recepción. Tal parecería que su olfato está percibiendo algo parecido al
olor del drenaje.
-¿Y quién se supone que la busca? –contesta la muy insolente.
Haciendo acopio de paciencia, el hombre le da la respuesta.
-Arturo, su esposo.
Ante las palabras mágicas, la joven se muestra recelosa, toma el
auricular y marca unas teclas sin dejar de mirar a Arturo; se retira un poco
del mostrador y habla con alguien en voz baja, para que Arturo no escuche lo
que dice, actitud que reafirma sus sospechas. Por fin la recepcionista se
dirige a él.
-Lo sentimos, la jefa Lizet está en medio de una intervención delicada…
No la dejó terminar la frese, se abrió camino entre la gente. Sube al
primer piso, el quirófano está libre. Bien, deberá estar en el segundo piso, no
hay otro. Se dirige allá entre jadeos y con el aroma peculiar del desinfectante
inundando sus pulmones. Ese quirófano sí está ocupado, se da prisa en llegar,
le importa un rábano las reglas del hospital, es más importante su vida. No
tiene oportunidad de empujar la puerta, de adentro alguien la abre, le dicen de
manera brusca que no debe estar ahí, a lo que hace caso omiso. Uno a uno va
saliendo el personal médico, agradece que todos ignoren su presencia. Lizet es
la última en salir. Ella le dirige una mirada glacial.
-¿Qué pasa Arturo? ¿Por qué esa urgencia en verme? ¿Acaso pasó algo en
casa, a los niños?
Arturo no sabe que decir. La observa secarse el sudor de la frente. La encuentra
bellísima con el uniforme de enfermera y se avergüenza de sus pensamientos,
pero más de la forma en que ha reaccionado, dudando al grado de interrumpir sus
actividades y de poner en riesgo el trabajo de su esposa. Sin decir palabra la
estrecha en sus brazos, susurrando disculpas.
-No pasa nada, solo que… te extraño, te estuve llamando y como no
contestabas… en fin… -la suelta- Perdóname, por favor. Nos vemos en casa.
-Claro, claro.
Lizet lo ve marcharse, permanece de pie en el pasillo, uno de sus
compañeros, un tipo alto, cuerpo atlético, cabello cortado estilo militar y una
barba muy bien arreglada, espera unos minutos antes de acercarse a ella.
-¿Sospecha algo? –pregunta Cabello Militar. Su gesto denota preocupación.
-No lo sé, pero tenemos que actuar con más cautela, aquí en el hospital demasiadas
personas intuyen nuestra relación.
Una sonrisa pícara ilumina el rostro de Cabello Militar.
-Entonces… ¿cómo nos veremos de ahora en adelante? –desliza su mano hasta
encontrar la de ella. Lizet permite unos segundos el contacto y luego se libera
con suavidad.
-Ya se me ocurrirá algo.
Se aleja moviendo las caderas al ritmo de una melodía imaginaria.
Fin.
Obra bajo Licencia Creative Commons
Attribution-NonCommercial-NoDerivatives
4.0 International License
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios son bien recibidos. Nos leemos pronto!!!