Agua de borraja


 






Sandra 

Por obvias razones, el rostro de la mujer estaba borroso, aun así no era necesario verle las facciones mientras ejecutaba un sensual baile. Única vestimenta: un pequeño bikini en color blanco a juego con medias transparentes; eso si los escasos trozos de tela pueden considerarse vestimenta. Jugaba con su cabello largo y negro. ¿Sonreía? Lo más seguro es que sí. Los dedos de la mano izquierda viajan con sutileza por la piel del cuello, bajando por el canalillo de las tetas y masajeándolas con suavidad, en delicados círculos, para luego descender hacia su estómago, detenerse durante algunos instantes y luego rozar como por descuido el encaje que cubre su intimidad. Frente a ella un hombre sentado en una silla, de espaldas a la cámara, mira embelesado aquel trozo de carne dispuesto para él. Y lo disfrutará plenamente. Sin duda. La mujer con pasos lentos se acerca al hombre, se pone de espaldas a este y le menea el trasero de forma sugestiva; el ritmo cambia, ahora la muy cuzca se sienta sobre las piernas del hombre, observa unos segundos su rostro y le sonríe; echa la cabeza hacia atrás mientras mueve con cadencia los hombros haciendo notar sus encantadoras tetas, blancas, por el tamaño deduce que es una talla 36, pezones agradables a la vista en color rosa, enhiestos, incitando a la caricia. El hombre extiende la mano y sostiene entre sus dedos el diminuto pezón, provocando que la bailarina retorne de su ensueño con brusquedad. Una expresión de sorpresa se dibuja en el rostro de la seductora mujer, momento que aprovecha el hombre para atraerla hacia sí y saborear con sus labios ese exquisito regalo de la naturaleza.

 

El video termina con esa escena. Una sensación maligna envuelve su mente y su corazón. ¿Celos? Absolutamente no. Está consciente de que el matrimonio solo fue una apariencia, un camino para lograr lo que deseaban: dinero. Por eso nunca reprochó a Rodolfo sus escarceos amorosos, era comprensible que ambos buscaran satisfacer sus necesidades fuera de ellos mismos. Pero aquello…esa evidencia demostraba que algún trasfondo oscuro podría esconderse tras aquel aparentemente simple desliz, una extorsión, un chantaje, el obligar a satisfacer ciertos requerimientos… y ella no se permitiría correr el riesgo de perder sus privilegios sociales y económicos.        

-Contactos sociales… ¿para que los queremos si no es para hacer uso de ellos?. –dirigiéndose a la domestica- Sirve la cena, estoy hambrienta. Sostiene la copa en alto, en un gesto de hacer un brindis- Por ti, por mí, por nuestra vida de mañana en adelante. Salud.

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Recuerda llegar con cansancio a casa, cenar solo, tomar una ducha caliente y retirarse a dormir. Para despertar tiempo después en medio de un caos dentro de su habitación: el retrato de boda de él y Sandra fue pisoteado en el piso, cristales y astillas por adorno; la foto de felicidad en color estaba dispersada en pedazos. La ropa y pertenencias de la señora de la casa yacían ahora inservibles, rotas, quebradas, pisoteadas. Quien lo hizo guardaba un gran coraje hacia ella. Curiosamente, todo lo perteneciente a Rodolfo estaba intacto.

Aturdido, recuerda que lo recostaron en su cama, sintió que le sujetaron el brazo y luego el dolor inconfundible de una inyección, intenta mantener los ojos abiertos, pero los parpados le pesan tanto…

Continuará...

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