Agua de borraja


 







Sandra y Rodolfo

Sandra está hecha un energúmeno, comienza a alzar la voz y las lágrimas, de ira, de impotencia o de sentimiento, formaban ríos por sus mejillas, llevándose su delicado maquillaje con ellas.

Rodolfo seguía cada uno de los movimientos de su esposa lleno de curiosidad.

-A todo esto Sandra, ¿qué es lo que pasa?

-La pulsera de plata, la que tiene piedritas de colores alrededor…

-Sandra, -Rodolfo esboza una tranquila sonrisa, algo le parece gracioso, quizá la actitud infantil de su esposa o la nimiedad que representa la dichosa pulserita de plata.- eso es una cosa mínima. Una simple pulsera…-niega con la cabeza- la puedes comprar en otra parte, o comprar alguna otra joya de más valor…

La mirada de Sandra está cargada de ira y resentimiento. No, lo que destilan aquellos ojos es odio en estado puro.

-Esa simple pulsera tiene un significado y valor sentimental muy grande para mí. –como si se tratara de una escena de película rodeada de efectos especiales y tecnología, el chillido agudo de Sandra bien podría rebanar hasta el material más duro. O quizá hasta el blindado.

Inesperadamente, Sandra alzó la mano, al tiempo que Rodolfo sintió una lluvia de pequeños fragmentos de metal estrellándose en su rostro.

-¿Te has vuelto loca? –gritó, perdiendo toda compostura, Sandra le sostenía la mirada, desafiante, lo que provocó que su esposo la sujetara por los brazos, Sandra se retuerce para librarse de las garras de Rodolfo, pero solo logra que éste aumente la presión. Un nuevo estallido de gritos femeninos escapa de la garganta de la mujer.

-Ja,ja… -aquella risa  hiere los oídos de Rodolfo, no más que las palabras que le dirige su “amada” esposa.- ¿Seguro Rodolfo? ¿Estás seguro que soy yo a quien le fallan –se lleva el dedo índice a la sien derecha y traza pequeños círculos en el aire- las facultades mentales? Ja, ja, ja…

Rodolfo retrocede, conoce a su esposa lo suficiente, sabe que al sentirse humillada no dudará en echar mano de sus influencias aun contra él.

-No vuelvas a tratarme de esta manera, ¿lo oyes? –la sonrisita de suficiencia de la mujer lo saca de quicio, pero evita caer en su juego- Adivino que sí.

- - - - o - - - -

Los párpados le pesan tanto, apenas puede entreabrir los ojos, siente como si un viento en espiral lo succionara llevándolo en contra de su voluntad a un sitio desconocido. Se aferra a las sábanas, grita, pero su voz es apenas un sonido ahogado. Decide rendirse, no puede luchar contra algo que es solo viento.

                                         - - - - o - - - -

Desconoce cuánto tiempo ha transcurrido desde que lo tragó ese tornado invisible, más ahora empieza a recuperar la conciencia. Se va incorporando con lentitud, siente que ya conoce aquella habitación. Ha estado antes allí. Enciende la luz y de sus labios escapa una exclamación de sorpresa. Con pasos lentos va explorando el resto de la casa, una marea de recuerdos y sensaciones se apodera de él. 


Sobre la mesa de madera que forma el comedor, hay un sobre manila tamaño ministro. Sin remitente, solo el nombre del destinatario en el centro del mismo. Abre con impaciencia pero con cuidado el paquete. Un sobre tamaño carta cae. No está cerrado, por lo que extrae sin problemas el documento.


Mi historia es como la de cualquier otra persona, más el objetivo que encierra la hace distinta. Allego unas cuantas fotografías personales en vez de recortarlas de algún otro medio; para que sepas que no se trata de fantasía escrita en papel. La idea es real. Yo soy real.


Observa fascinado el ejemplar, la incertidumbre parece haberle otorgado una tregua. Unas hojas elegantemente encuadernadas en un delgado aro metálico plateado y una portada en la que hay al fondo unos árboles desnudos de hojas y sobre aquellos el perfil de un rostro apenas perceptible, envueltos en una densa bruma violeta. Un simple borrador, el proyecto de un libro aún no editado ni publicado. Sonríe, le gusta aquella ilustración, su mano recorre con delicadeza cada centímetro de la hoja, imitando una caricia. Abre la portada, se encuentra con una hoja en blanco. Nada, ni el nombre de la autora, ni reseña bibliográfica.

 

Continuará…

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