Al encuentro con el pasado


 







Capítulo XV

Corre, corre

Llamando al Ejecutor  

“Aquí tiene lo acordado por su trabajo. Ni usted ni yo nos conocemos, ni vuelva a contactar conmigo. Muerto el perro, se acabó la rabia”.

Acerca la escueta nota a la flama de la hornilla de la estufa; acostumbra no dejar rastros de sus “negocios”. Le pagaron generosamente por llevar a cabo un trabajo y en adelante lo que pase con los involucrados no es de su incumbencia. El paso del tiempo y la “experiencia” acumulada en actividades de dudosa reputación, le han hecho perder la sensibilidad hacia sus semejantes. Total, la justicia siempre se aplica al revés, por lo que en su momento optó por alejarse de esos quebraderos de cabeza, que al final solo dejaban mayor confusión en su mente.

 

Del otro lado de la línea

El aparato yace en el suelo, un pie se posa sobre él con la firme intención de destrozarlo. Lo remolinea una y otra vez hasta quedar con la firme seguridad que lo ha reducido a trozos y polvo. Es un celular de prepago, barato, una marca apenas conocida, por lo que no le duele destrozarlo. Todo debe estar limpio, sin hilos que conduzcan a su persona.


Felipe y Ana Minerva

Ceremonia sencilla sin tanta ceremonia, valga la redundancia. Visita al registro civil y luego en casa un sacerdote les imparte la bendición. Solo los amigos más cercanos y los familiares de los novios hacen presencia. Acordaron hacer un pequeño viaje para relajar tensiones, de ninguna manera lo llamarán “luna de miel”, eso es para los jóvenes, quienes se casan por primera vez, enamorados, desconociendo lo que el destino les tenga deparado. Ellos desde hace rato ya han dejado atrás esa etapa.

La ciudad se desdibuja desde lo alto. Ana Minerva nunca antes ha subido a un avión, pero ha controlado bien sus nervios. Mira a Felipe dormitar, después de pasar dos accidentes y un intento de homicidio, es una bendición que logre estar vivo.

Felipe no duerme, mantiene los ojos cerrados, intentando poner orden en las ideas que no acaban de cuajar para él.

Dios, solo tú sabes la verdad de lo que pasó. En realidad, ¿quién vertió ese medicamento en el suero? Culparon a Abigail, pero ¿quién garantiza que no haya sido un error del personal médico? De igual manera pudo ser Idelfonso, incluso la misma Ana Minerva. Ayúdame para no desconfiar de ella, con quien desde hoy compartiré el resto de mis días, pero sobre todo, enséñame a vivir a diario con esta duda… 


Alguien piensa

Abigail, como buena arquitecta, trazó su destino: perder su libertad. La barrí del escenario antes de que algunas personas salieran perjudicadas. Entre ellas, yo. Jamás le permitiría que enviara a la basura lo que con tanto esfuerzo construí, no. Le espera un buen tiempo tras las rejas…


Abigail

El sueño ha huido de sus ojos. Permanece despierta casi todo el día. Es mejor estar ocupada en quehaceres, que con imágenes tergiversadas revoloteando como mariposas por su mente todo el tiempo.

Pero ya es de noche, y las reclusas no hacen trabajos nocturnos…por lo que ya acostada, en el silencio de su celda, repasa una y otra vez los acontecimientos que la enviaron a pasar varios años entre aquellas desoladas y grises paredes llenas de palabras malsonantes, dibujos obscenos y una que otra alusión al amor y la esperanza.

Esa jeringuilla… tiene mis huellas, pero…yo no la toque nunca. Estoy segura. Lo último que recuerdo es estar hablando con Felipe, luego esa enfermera que me ofrece el té que bebí, y luego… la nada. Una laguna que no puedo llenar. Hasta que Felipe entra en crisis y me llevan a mi habitación. No logro recordar nada.

El abogado le hizo saber que ninguna enfermera del hospital ofrece bebidas a esa hora de la tarde, y tampoco se encontró el vaso en que bebió el famoso té. Y para más inri, es la única habitación de ese pasillo que queda fuera del alcance de la cámara de seguridad.

Vueltas y más vueltas en la cama incómoda, pobre y en mal estado. Se aferra a la idea que duerme. La imaginación le juega una mala pasada, se ve corriendo libre por el bosque de su infancia, corre, corre sin límite. Corre por su vida.   

Fin.

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