Al encuentro con el pasado


 






Capítulo VIII

Felipe 

Conversación entre Idelfonso y Felipe

El irresistible maestro de Geometría se encuentra solo, sin una sola de las avispas que acostumbra tener revoloteando alrededor de él, situación que aprovecha Felipe para aclarar las dudas que tiene respecto de Abby, ya van dos semanas que lo está evitando, de manera cordial al principio, pero ahora se muestra indiferente hacia su persona, rayando en lo grosero. El día anterior, al término de clases, el hambre apremia y se detiene a comprar en un puesto ambulante unas suculentas enchiladas, al esperar que preparasen la orden, vio a su querida Abby caminar por la acera contraria, tomó la comida que le entregaron, unos autos que ya estaban muy cerca lo obligaron a esperar para cruzar la calle. Siguió a la mujer que llevaba una pequeña ventaja y la vio entrar en el estacionamiento de la facultad, un lujoso automóvil con las luces encendidas la esperaba. Aguardó en las sombras, con la boca seca y el corazón martilleándole con fuerza en el pecho; al pasar el automóvil frente a él, reconoce a Abby y al maestro de Geometría. La bolsa con la comida cae al suelo. Ya no siente hambre.

-Maestro, necesito que me aclare dudas. –toma asiento al lado de Idelfonso, quien lo mira sorprendido y deja de escribir en su teléfono.

-¿Llevas clase conmigo? No me es familiar tu rostro…

-No, la clase se llama Abigail Salas.

Silencio incómodo, luego una leve sonrisa curva los labios del hombre.

-Ya decía yo que no te conozco, y no tengo por qué hablar contigo sobre una persona que tampoco conozco.

-Pues para no conocerla se saludan de manera muy efusiva, de abrazo y beso, y se van juntos en su auto, un BMW color plata.

Idelfonso no supo que contestar. Está claro que ese hombre sabe de su relación con Abby.

-Pues ya que estás tan enterado acerca de mi persona, no puedo negarlo, sí, Abby y yo somos amigos fuera de las aulas, eso no es ningún delito.

El cinismo que deja traslucir la voz del catedrático lo exaspera, hace un esfuerzo muy grande para contenerse y no romperle el hueso de la nariz. O algún diente.

-Verá, maestro –hace énfasis burlón en esta última palabra- yo también soy amigo de Abby, desde que comenzamos la carrera, para ser más exactos. Usted acaba de llegar a su vida, por lo que le pido que se aleje de ella.

Idelfonso lo mira entre desconcertado, divertido y molesto.

-Mira, -quiere llamarlo por su nombre y cae en la cuenta de que ignora quien es su interlocutor, y eso le fastidia. El tratar a otra persona por su nombre es como saber sus debilidades y poder tomar el control de sus emociones- como te llames, no voy a hacerte caso, que yo sepa, Abby no tiene compromiso amoroso alguno con nadie en esta facultad.

Esas palabras hieren la seguridad y el corazón de Felipe, aprieta los puños, ocasionando que los nudillos pierdan su color.

-Es verdad, -responde, intentando no perder la calma- Abby no está enterada de mis sentimientos hacia ella, pero lo estará, de eso no le quepa duda. –se levanta dispuesto a marcharse, una risa llena de burla lo hace volverse y encarar a su cretino rival. Inclinándose, acerca tanto su rostro al de ese tipo que casi pueden tocarse, logra observar el crecimiento del cabello, prueba de que el color uniforme que luce es gracias a un producto químico. Las arrugas apenas son notorias en su frente… seguro que el Botox juega un papel importante sobre su piel. Apoya los brazos en la pared, Idelfonso queda rodeado, si intenta levantarse, golpeará inevitablemente a ese pedazo de tonto que se ha creído el nuevo príncipe salvador.

-Perdón que me ría, lo que pasa es que estás meando fuera de la olla. –las sonoras carcajadas del maestro atraen las miradas curiosas de quienes van llegando al plantel, Felipe está consciente del problema que puede traerle su actitud, pero no le importa. Abigail vale la pena el riesgo. Retrocede, toma su maletín para marcharse.

-Perdón otra vez, pero lo que sientes debes decírselo a ella, no a mí. Tu actitud hacia mí puede malinterpretarse, y poner en duda mi virilidad. –más carcajadas hirientes.

 

Abby

El seguro de vida

Calculadora, no hace nada sin haber estudiado antes el beneficio que obtendrá por ello. Felipe. Un candidato que llenaba los requisitos físicos y económicos que ella buscaba, más sin embargo, no tuvo reparo en desecharlo en cuanto apareció otro mejor.   

-¡Ay Felipito!, no niego que estuve interesada en ti. Me gustabas, y mucho. Cada vez que mencionabas a tu asistente, peligraba mi futuro, aunque no estaba completamente segura de querer malgastar mi tiempo y conocimientos en una oficinita miserable, tratando con gente de bajo nivel cultural y social. No. yo no estoy para experimentos mi querido Felipito. Voy a lo seguro. Y el seguro es Idelfonso. Guapo, con porte y clase, con un prestigio ya firme en el mundo de la arquitectura. Quiero empezar desde arriba. Por lo que en tu oficina y en tu vida no hay lugar para mí. En verdad lo siento. Espero comprendas mi proceder.   

 

Días después…

Durante la semana, Abigail faltó a todas las clases alegando que por motivos de trabajo se ve impedida a acudir a la facultad. No contestó ninguna llamada de Felipe, situación que le provoca inquietud y desasosiego.


-Su situación es delicada compañero Felipe, una de nuestras alumnas lo está señalado de acosarla.

Felipe mira al coordinador de la facultad, los labios del hombre se mueven y escucha en la lejanía unas palabras. Pero no es a él a quien van dirigidas.  

-Y esa actitud no es bien recibida en esta facultad. Lo hemos consultado con el rector y el consejo estudiantil, -suspira- y bueno, hemos tomado la decisión de darlo de baja de nuestro plantel. Se le respetan sus calificaciones y como estamos casi al final del curso, acreditará todas las materias con la nota mínima. 

Sale del despacho del coordinador. Irreal. Todo alrededor lo siente ajeno a él. Al caminar hacia la puerta hay muchas miradas clavadas en su persona. Miradas cargadas de burla. Otras de desagrado. Incluso de desprecio. Cuchicheos a su paso. Se detiene en la puerta, respira. El  zumbido en los oídos es leve pero perturbador. Recorre con la mirada el plantel en el que dejó meses de estudio, un sueño a la mitad del camino, una profesión inconclusa, obligado a terminar en otra universidad. Una despedida silenciosa.       


Ridículo. Más que ridículo. Ahora entiende la ausencia de Abigail. Seguro que todo este embrollo fue idea del estúpido de Idelfonso. Él la convenció de urdir esa acusación. Trató al enemigo de frente y con rudeza. Craso error.  Ahora está pagando un altísimo costo por esa factura. Llamada tras llamada. Un mensaje tras otro. Abigail no contesta. Pide la cuenta al atolondrado muchacho que le sirvió la cena, paga y sale a toda prisa del local.

-Esto no se queda así Abby, tendrás que darme una explicación. Y más vale que sea buena…

Aprieta a fondo el acelerador, a esa hora el tráfico ya ha disminuido. El auto se desliza con velocidad en el túnel, algunas secciones están iluminadas, otras no, acelera más, al tomar la curva unas luces lo ciegan de frente…es lo último que ve antes de que lo cubra la oscuridad…


Continuará…


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