Resultado inverso
Imagen de Artie_Navarre en Pixabay
Fisgonean por la ventana, pero la gruesa textura
de la tela de la cortina, solo les permite ver el reflejo de su rostro en el
vidrio.
-No se ve nada…-comenta el más pequeño a su
compañero.
-¿Nada, nada?
-Nada. Está todo demasiado oscuro, pero ella no
está en casa…así que podemos…
-¿Y cómo lo sabes, te avisó que no estaría o
qué? –el tono del acompañante era de molestia y burla.
-Salió por la tarde y no la vi regresar, a veces
no regresa hasta el día siguiente…
Momentos de silencio, el pequeño mira a su
compañero y alza y baja las cejas varias veces en señal de animarlo a
continuar.
-Va -dice por fin el mayor, mientras busca algo dentro
de la mochilita que trae consigo.
El sueño profundo no impide que me despierte; mi
alarma de supervivencia tiene unos decibeles demasiado altos que impiden ser
ignorados. Murmullos que provienen de la puerta principal, de la entrada. Más
negra que la boca del lobo, como decían las abuelas, está la noche, y para más
inri, estoy en el inicio del fraccionamiento, por lo que tengo por vecino
indeseado una extensión infinita de parcela cubierta de hierbajos, basura,
depósito de cadáveres de mascotas, y árboles que extienden sus ramas a diestra
y sin diestra, escenario propicio para quienes tengan en mente llevar a cabo una
acción escabrosa. Me levanto con el corazón latiendo desbocado, y teléfono en
mano, por si acaso debo hacer uso de él. Descorro lo menos posible la cortina
para no ser vista por los perpetradores, silencio, no se escucha que vayan a
forzar la cerradura. No logro ver a mis visitas indeseadas, solo escucho sus
voces sin distinguir palabra alguna. Ahí están, son dos, creo que son… ¿niños?
Qué están creyendo que hacen… Un débil resplandor ilumina en la oscuridad, uno
sostiene en la mano lo que parece ser… una botella…
Mi adrenalina se hace presente, gracias que la
cortina es lo suficientemente gruesa y no deja pasar la luz de mi linterna
hacia afuera, ¡ay, con estos nervios!…provocan que mis dedos pulsen sobre aplicaciones
que no son las que necesito…
Reconozco a esos pequeños, ni siquiera alcanzan
los trece años y ya pintan para anotarse en las listas de los criminales más
buscados a nivel internacional. La grabadora, el audio, ¿Dónde está? Repaso el
listado de aplicaciones sin hallar la que busco. No localizo la grabadora…oh!
Por fin la encuentro. Bien, aquí vamos…
La mecha está encendida, una sonrisa cargada de
maldad aparece en ese inocente rostro de niño que está entrando en la
adolescencia. Echa el brazo hacia atrás para arrojar la botella al momento que a
su espalda escucha una especie de aullido, un alarido que le eriza el vello de
la nuca…oye a su compañero gritar algo, pero el estruendo de la botella al
estallar en el aire ahoga las palabras. De repente el color anaranjado es lo
único que logra visualizar…
El joven pirómano despierta en una habitación
blanca, sus manos y su rostro están vendados, Irina, la madre, dormita en una
silla al lado de su pequeño, despierta y se acerca a él al escucharlo moverse.
-Ma?
Irina posa su mano en una de las piernas de su
hijo, parte del cuerpo que no sufrió quemaduras.
-Sí cielo, soy mamá, ¿cómo te sientes hoy?
-¿Qué pasó? Mis brazos, no puedo moverme
demasiado, y mi cara está cubierta…
-…sufriste quemaduras graves, hijo, te
explotaron unos líquidos flamables en la carita…quizá…el médico dice que el
tejido, o sea tu piel, no quedará igual después de…
Un desgarrador grito escapó de su garganta.
A quien menos esperaba ver al abrir la puerta.
En un gesto de cortesía le indique que entrara, no vamos a ventilar las
desavenencias entre vecinos a puertas abiertas. El silencio es incómodo, noto
que para Irina es difícil ocultar su molestia.
-Ayúdeme a entenderlo: ¿por qué?
Alzo las cejas, para decirle que desconozco a
que se refiere.
-Es solo un niño, con ganas de jugar,
divertirse, ¿por qué le hizo eso?
-¿Hacerle qué? –todavía no logro situarme en el
derrotero en que ella se encuentra.- Para empezar, y no me lo tome a mal
vecinita, pero no entiendo el motivo por el cual usted viene a verme, menos
logro comprender a que viene esa perorata del niño con ganas de jugar…sea
clara, por favor.
-La vida de mi hijo está arruinada, ahora vivirá
con cicatrices de quemaduras en su rostro. Y eso se lo debemos a usted.
Permanezco impasible, esperando que termine de
escupir su veneno, mientras busco las palabras para ponerla en su lugar sin que
me escuche agresiva.
-Irina, las bombas incendiarias no son juguetes
para un niño de… ¿diez, doce años? ¿Qué estaba haciendo su hijo a la medianoche
con una molotov en la puerta de mi casa? ¿Y si la quemada hubiera sido yo,
usted habría venido a cuidar de mí? –no pasa desapercibido para mí que su
rostro se pone del color de la grana, sin poder articular palabra.
-No hay respuestas Irina, tenemos que aceptar
las consecuencias de nuestros actos…Sé que usted trabaja para sacar adelante a
sus tres hijos, fui a buscarla varias veces para reportarle incidentes con el
niño mayor, pero me decían que estaba dormida porque acababa de llegar de la
fábrica. Imagino que no es fácil ser mamá sola con tres adolescentes y
trabajar. Mejor asimilar la enseñanza y aprender a vivir con lo sucedido.
Sus lágrimas estaban ahí, pero no brotaron. Me
miró y se encaminó a la puerta para salir. Con la voz más amigable que pude, le
dije:
-No presentaré cargos contra usted por los daños
que sufrieron la puerta y el vidrio de la ventana, por ese lado puede estar
tranquila.
Se detuvo pero sin volverse a mirarme. Fui tras
ella para cerrar la puerta, pero la observé hasta que entró a su casa, no puedo
describir que fue lo que sentí al verla marchar arrastrando cansadamente los
pies, encorvada, la actitud viva de la derrota.
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