Efluvio
Imagen de Annalise Batista en Pixabay
Una mañana cualquiera.
Despierto. La luz de la mañana me acaricia suave el rostro. Sí me levanto. No me levanto. La dulce pelea de todos los días, a veces, por más que desee, no puedo quedarme más tiempo que el necesario en la cama. Otras veces el sueño me traiciona, me despierto con el tiempo justo.
Amenaza lluvia. Oscuras nubes cierran el cielo.
Tumbada de espaldas, con lo ojos cerrados, imagino lo que haré en
el transcurso del día, repaso mi lista mental de actividades.
En eso se deja escuchar.
Un sonido cálido, agradable. Una caricia para los oídos.
Brota de alguna de las ventanas contiguas.
Reconozco la melodía, pero con la voz del cantante me parece una
pieza insulsa, falta de gracia, en cambio…el saxofón le imprime sensualidad, se
escucha desde un ángulo más tranquilo.
Me dejo llevar por la suavidad de la música, por los recuerdos que
trae consigo, me permito viajar por la solitaria carretera de olores y
sensaciones que son únicamente míos.
Y decido quedarme en cama.
Obra bajo Licencia Creative Commons
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