Por si te sirve de algo...
















Noche de gloria. Respira el triunfo en el aire. La satisfacción de saber que el premio es suyo le provoca escalofríos. Está a unas horas de recibir el nombramiento tan codiciado por otros nueve colegas. Bueno, ocho, ya que se ha confirmado el rumor de que uno de los contendientes ha quedado fuera de combate antes de comenzar. Unas pocas personas lo vieron salir de su cubículo con una caja de cartón en las manos. Observa su imagen en el espejo, la ropa, el cabello, la actitud… todo está perfecto. El fino rocío del perfume sobre su piel aumenta la sensación de frío. 

La atmósfera en el aula magna le recuerda las veces que ha estado bajo las tenues luces del teatro, en una butaca cómoda, esperando a que los actores salgan a escena. La música, apenas perceptible, es tan suave que envuelve los sentidos. Las butacas de la primera fila están asignadas a los candidatos a nuevo decano, cada una ostenta un discreto pegote con el correspondiente nombre. Busca la suya y toma asiento. Aún no ha llegado el resto de los participantes.  

Bla, bla, bla…el ardor en su estómago va en aumento mientras escucha el etéreo discurso ya desgastado de tantas veces que ha sido dicho por el rector de la universidad. Por favor, por favor, que ya mencione mi nombre como nuevo decano…

El momento tan ansiado llega, el nombre que escucha la desconcierta…los aplausos y los gritos no se hacen esperar. Queda patidifusa. Encerrada dentro de una burbuja nebulosa. Fuera todo es alegría y felicitaciones al nuevo decano. Que resultó no ser ella.

Horas después, una agresiva conversación tuvo lugar en un céntrico y confortable departamento.  
-Ya habíamos acordado que me quedaría con ese puesto Vladimir, ¿por qué cambiaste de opinión? –exige saber una Serena al borde de la histeria. No le importa el hecho de que Vladimir esté en ropa de cama. Intuye que está interrumpiendo “algo”. Le hace hervir la sangre la mirada burlona de su compañero.- Dame una respuesta. Lo que sea, dí.
Arrellanado en un sillón, el hombre la observa sin decir palabra durante unos minutos, justo antes de que Serena abriera la boca para replicar, exclamó:
-No dependió de mí. Te presenté como la mejor opción, realcé tus credenciales académicas, tu graduación con honores, pero… -hizo un ademán con las manos queriendo decir “ni modo”-  no fue suficiente para el jurado, querida.       
No pasa inadvertido para la mujer el tono burlón en que fueron dichas las últimas palabras. Un ligero movimiento proveniente de la recámara capta la atención de Serena. Presa de la ira por saberse utilizada para lograr fines ajenos a los suyos, con la boca seca y desconociendo su propia reacción, se encamina a la recámara antes que Vladimir intente siquiera detenerla. 
Pulsa el interruptor. La luz cae como cascada en la amplia habitación. Sorpresa mayúscula: sabía de las preferencias sexuales de quien consideraba su amigo, pero lo que no se imaginó, fue encontrar al recién nombrado decano compartiendo la cama de Vladimir.
-Ahora entiendo, -dijo cuando pudo al fin pronunciar palabra- Realmente ninguno de los candidatos tuvimos oportunidad para aspirar al puesto. Ya lo habías entregado mucho antes.
-Lamento que lo comprendas de esta manera tan…, como decir, incómoda. –Deja escapar una risilla.- Pero ya que las cosas se dieron así, pues…
Serena no le permite terminar la frase, se encamina a la sala, toma su bolso y antes de que abra la puerta para salir, escucha a su espalda la voz de Vladimir, burlona, a la vez que amenazadora.
-Te aconsejo que aceptes tu derrota. No siempre se logra lo que queremos, por más esfuerzo que se invierta. Ah, y mantén la boca cerrada respecto de lo que ha sucedido esta noche en mi departamento. No podrás demostrar lo que has visto, sería una lástima que la profesora Serena de los Santos quedase como una mentirosilla.
Serena se vuelve y mira fijo a su interlocutor algunos segundos; después una carcajada hiere el incómodo silencio y Serena cierra la puerta tras de sí.  
-Aún no proclames victoria, mi estimado Vladimir.
Extrae de su bolso la pequeña grabadora, observa fascinada el gira y gira del cassette.  

Fin.  

  
Obra bajo Licencia Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivatives 4.0 International License 




Comentarios