La ciudad bajo la ciudad
Las
paredes del cuarto de Sebastián estaban cubiertas en su totalidad por fotos y
posters de autos de carreras y equipos de futbol, pero la cautivante belleza
del cuadro que encontró en aquella cúpula en verdad merecía un lugar propio
donde ser admirado, así que se deshizo de algunas fotografías y lo colgó en la
pared lateral izquierda de su cama, al lado de la puerta. De esta manera sería
su primera visión al despertar cada mañana.
-Adiós
Layo y su tesoro, -sonrió- bueno, al menos nos pagó lo trabajado, un
delincuente honesto no se encuentra así como así. –dejó escapar una risita
burlona, pero el semblante le cambió al instante al recordar que ya no podría
irse de vacaciones a la playa como lo planeó.- Total, ya vendrán otras
oportunidades…
Estaba
realmente agotado, apagó la luz y se quedó dormido de manera inmediata. No
alcanzó a darse cuenta que su preciado cuadro cobró vida, las siluetas
comenzaron una extraña danza, y el amenazador color naranja se encendió tal
cual fuego…
Oscar
también llegó a su casa cansado, luego de ducharse cenó algo ligero,
acompañando la comida con una cerveza bien fría. Miraba una y otra vez aquel
disco color rojo, al centro, el rostro del guerrero era la atracción principal.
Con las yemas de los dedos palpaba sus relieves preguntándose que significado
tendría cada uno de esos símbolos. Al igual que Sebastián, le encontró un lugar
en su cocina, sobre el pequeño frigo bar.
-No
tengo la menor idea de que sea esto… ¿me lo explicarían en la escuela? Mhh, de
momento no me acuerdo, pero que me importa. Esa es la menor de mis mortificaciones.
Apagó
la luz, apenas abandonó la cocina y una chillona luz roja iluminó la
habitación, los ojos del disco parecieron despertar y con burla reflejada en
ellos, se dirigieron al hombre que acababa de salir.
Horas
después, la central de bomberos recibía una llamada solicitando su pronta
ayuda. La cuadra entera ardía desproporcionadamente, la mayoría de los vecinos
lograron escapar de aquel infierno.
-El
fuego se inició en la vivienda de Sebastián, -fue el comentario que uno de los
vecinos le hizo a uno de los apaga fuegos- ¿lograron sacarlo bien?
-No,
-otro de los presentes cambió la versión- en realidad el fuego vino de la casa
de Oscar, con eso de que el tontorrón tiene la manía de dejar las veladoras
encendidas…
Algunas
viviendas sufrieron daños considerables, pero las pertenecientes a Oscar y a
Basty quedaron reducidas a cenizas, al igual que sus cuerpos. Los objetos
traídos de la tierra extrañamente no sufrieron ni un rasguño…
Días
después, en una quinta campestre, alejada de la ciudad, un macabro hallazgo
arruina el fin de semana de una familia: encontraron una masa envuelta en
vendajes. En principio creen que se trata de una broma de halloween: un muñeco envuelto
en vendajes, simulando una momia. Al intentar moverlo, se percatan de que es un
ser humano. Solo están visibles sus ojos, esos ojos que miran, ya sin ver, al
cielo azul.
Continuará...
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