Identidad



No soy un personaje que pertenezca al mundo de la política, del espectáculo, deportivo ni mucho menos a asociaciones de caridad; por eso es difícil que me conozcan.

Mi nombre y apellido son consonantes y vocales tan comunes como las de cualquier otra persona, lo que me hace diferente es mi esencia.
La formula de mi esencia fue mejorando con el paso del tiempo añadiendo los ingredientes de cada experiencia obtenida, ya fuera buena o no tan buena.

Durante mi infancia tuve muchos amigos, los verdaderos, niños que como yo carecían de malicia; y ya en la adolescencia tuve que desarrollar el sentido del olfato para poder percibir el fétido aroma de la intriga, la hipocresía y la envidia.

Tuve momentos felices, no puedo decir si fueron muchos o pocos, y a pesar de que las más de las veces mamá intentó confundirme aconsejándome que estudiar, que negocio iniciar, o que me casara con un hombre con ciertas señas y me vistiera de tal o cual manera, yo en mi mente tracé mi camino en la vida: si fui una excelente estudiante sería una profesionista exitosa. Sí, yo estudiaría una carrera profesional, asistiría a la universidad, ¿por qué conformarme con aprender solo un oficio, cuando podía llegar a ser una eminente doctora o una reconocida arquitecta?

Tengo en claro los peligros y las tentaciones que a diario la vida nos ofrece sutilmente envueltos en un disfraz de inocencia y amabilidad; yo puedo jactarme de haber cedido a pocas tentaciones, pues soy humana y como todos cometo errores pero asumo con inteligencia las consecuencias de mis actos, tomando todo el aprendizaje posible del resultado obtenido, sea cual fuere. Y sé reconocer el peligro a kilómetros de distancia; esta habilidad me ha ayudado a prevenir problemas que no quiero ni necesito.

Soy una persona con determinación y vivo según el proyecto de vida que formé para mí; es por eso que siento tristeza al ver a una de mis mejores amigas sumida en la oscuridad, semejante a hojas caídas que el viento arrastra para una lado y para otro según su voluntad; ella sabe que tiene una gran potencial para lograr cualquier cosa que se proponga, pero lo más decepcionante es que ella, al igual que muchas otras personas, no tienen ganas de tomar el rumbo de su vida y esperan que otras lo hagan por ellas.

Doy gracias a Dios por regalarme una identidad definida, por saber quien soy en el aspecto emocional, físico y legal, por saber a donde me dirijo y la manera que he de seguir para lograr mis objetivos.

Esto es importante solo para mí, pero mi carácter decidido y mi actitud sensata ante los obstáculos que la vida me plantea, desata muchas envidias a mi alrededor.

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