No sabes cual sera su cruz
IV
Pasaron tres años antes de que las angustias e incertidumbres de Nora se desvanecieran y aceptara formalizar legalmente su unión con Diego. Dentro de poco un hijo vendría a darle un sentido muy diferente a su vida.
Nuevamente se equivocó respecto de Diego: éste tenía dos hijos con su primera esposa, dedujo que decirle que ella esperaba a su tercer retoño no le causaría gran emoción, quizá ni siquiera le agradara, pero contrario a lo que esperaba, Diego se emocionó tanto como si se tratase del primer hijo. Y tomó la decisión de cambiar el departamento donde vivían por una casa más grande.
-Vamos Nora, podemos pagarla, el departamento es pequeño y la familia va en aumento; el espacio será insuficiente.
A regañadientes Nora aceptó. Reconoció que Diego tenía razón. No había espacio disponible para el nuevo miembro de la familia.
-Y otra cosa Nora -su tono solemne la intrigó- voy a buscar otra asistente para que me ayude en la oficina. Quiero que estés tranquila en esta etapa de tu vida. De nuestra vida.
Al nacer el pequeño Román, lo llamaron así en recuerdo de uno de los tíos más consentidores que tuvo Diego por parte de su madre, aparte el hijo mayor de su primer matrimonio, se llamaba igual a él, Nora se desligó por completo de ejercer su profesión y de ayudar a su esposo en el negocio. En su casa no faltaba nada y Lupita, la nueva asistente, se encargaba de pagar las cuentas oportunamente, así que durante un buen tiempo aquélla no tuvo que aparecerse por la constructora. Realmente nunca supo cuanto tiempo laboró esa muchacha par ellos, hasta que Diego le comentó que entrevistaría a otra aspirante al puesto.
-Otra asistente aparte de Lupita? –preguntó con extrañeza, ya que si el trabajo iba en aumento, su esposo no le mencionó nada.
-No, Lupita se va, me lo dijo ayer, pero me recomendó a una amiga suya, Nelly creo que se llama, dice que es excelente en su trabajo y que tiene mucha necesidad de contar con un sueldo, parece que el marido no labora porque está enfermo o algo por el estilo…
A Nora no le cayó en gracia que Diego contratase a una mujer con problemas familiares para que fuera su asistente, pero no hizo objeción alguna. En otro tiempo criticó a los empleadores que no les brindaban oportunidad de desarrollo a la gente, especialmente a las mujeres, pero ahora estaba al otro lado de la línea, era socia de la empresa y ya comprendía el por qué: significaba faltas, llegadas tarde, préstamos que muchas veces no estaban dentro del presupuesto de la compañía y por ende, mermaban los planes que se tuvieran para ésta.
Diego y ella acordaron no tratar cuestiones relacionadas con trabajo cuando estuviesen en casa. La regla de oro era limitarse a su vida familiar.
Sin embargo Nora estaba preocupada por la empleada nueva que estaba a cargo de la oficina de su esposo, después de todo, ese asunto también le concernía a ella.
-Tengo que conocerla, necesito saber que clase de persona trabaja para mí.
Puso a trabajar sus neuronas. Sabía que encontraría la manera de lograr su objetivo sin levantar sospechas en Diego.
Nelly era un mujer bajita, morena, de cuerpo regordete pero que si se proponía bajar de peso aquellas curvas ocasionarían que muchos hombres se quedasen sin frenos, y no precisamente en sus vehículos. Su vestimenta la hacía aparentar más edad de la que tendría realmente; a su cabello maltratado y reseco le vendría bien un buen corte y un tratamiento. Se encontraba aseando la recepción cuando llegó Diego.
-Nelly, ahorita que se desocupe venga conmigo, necesito comentarle algo.
Pasaron tres años antes de que las angustias e incertidumbres de Nora se desvanecieran y aceptara formalizar legalmente su unión con Diego. Dentro de poco un hijo vendría a darle un sentido muy diferente a su vida.
Nuevamente se equivocó respecto de Diego: éste tenía dos hijos con su primera esposa, dedujo que decirle que ella esperaba a su tercer retoño no le causaría gran emoción, quizá ni siquiera le agradara, pero contrario a lo que esperaba, Diego se emocionó tanto como si se tratase del primer hijo. Y tomó la decisión de cambiar el departamento donde vivían por una casa más grande.
-Vamos Nora, podemos pagarla, el departamento es pequeño y la familia va en aumento; el espacio será insuficiente.
A regañadientes Nora aceptó. Reconoció que Diego tenía razón. No había espacio disponible para el nuevo miembro de la familia.
-Y otra cosa Nora -su tono solemne la intrigó- voy a buscar otra asistente para que me ayude en la oficina. Quiero que estés tranquila en esta etapa de tu vida. De nuestra vida.
Al nacer el pequeño Román, lo llamaron así en recuerdo de uno de los tíos más consentidores que tuvo Diego por parte de su madre, aparte el hijo mayor de su primer matrimonio, se llamaba igual a él, Nora se desligó por completo de ejercer su profesión y de ayudar a su esposo en el negocio. En su casa no faltaba nada y Lupita, la nueva asistente, se encargaba de pagar las cuentas oportunamente, así que durante un buen tiempo aquélla no tuvo que aparecerse por la constructora. Realmente nunca supo cuanto tiempo laboró esa muchacha par ellos, hasta que Diego le comentó que entrevistaría a otra aspirante al puesto.
-Otra asistente aparte de Lupita? –preguntó con extrañeza, ya que si el trabajo iba en aumento, su esposo no le mencionó nada.
-No, Lupita se va, me lo dijo ayer, pero me recomendó a una amiga suya, Nelly creo que se llama, dice que es excelente en su trabajo y que tiene mucha necesidad de contar con un sueldo, parece que el marido no labora porque está enfermo o algo por el estilo…
A Nora no le cayó en gracia que Diego contratase a una mujer con problemas familiares para que fuera su asistente, pero no hizo objeción alguna. En otro tiempo criticó a los empleadores que no les brindaban oportunidad de desarrollo a la gente, especialmente a las mujeres, pero ahora estaba al otro lado de la línea, era socia de la empresa y ya comprendía el por qué: significaba faltas, llegadas tarde, préstamos que muchas veces no estaban dentro del presupuesto de la compañía y por ende, mermaban los planes que se tuvieran para ésta.
Diego y ella acordaron no tratar cuestiones relacionadas con trabajo cuando estuviesen en casa. La regla de oro era limitarse a su vida familiar.
Sin embargo Nora estaba preocupada por la empleada nueva que estaba a cargo de la oficina de su esposo, después de todo, ese asunto también le concernía a ella.
-Tengo que conocerla, necesito saber que clase de persona trabaja para mí.
Puso a trabajar sus neuronas. Sabía que encontraría la manera de lograr su objetivo sin levantar sospechas en Diego.
Nelly era un mujer bajita, morena, de cuerpo regordete pero que si se proponía bajar de peso aquellas curvas ocasionarían que muchos hombres se quedasen sin frenos, y no precisamente en sus vehículos. Su vestimenta la hacía aparentar más edad de la que tendría realmente; a su cabello maltratado y reseco le vendría bien un buen corte y un tratamiento. Se encontraba aseando la recepción cuando llegó Diego.
-Nelly, ahorita que se desocupe venga conmigo, necesito comentarle algo.
Continuará...
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