Dulce Victoria

Capitulo XIII
Durante algunas semanas, Arturo se instaló en el departamento que había rentado y se dio a la tarea de vigilar la casa de los Serrano con la intención de encontrar el momento para conocer a Daniel. Conocía ya los horarios de entradas y salidas de María José y Mauricio, por lo que sabía cuando el pequeño se quedaba solo en casa al cuidado de su nana. Y ese día el momento se presentó ya.
-Los señores no se encuentran, no puedo dejarlo pasar. –fue la respuesta de Florencia, el ama de llaves.
-Necesito tratar un asunto muy urgente con ellos, vengo desde Monterrey, por lo tanto debo esperarlos, por favor, llámelos por teléfono y dígales que Arturo Mercader los está esperando.
-Por favor espere aquí. –dio la media vuelta y entró en la casa, Arturo esperaba en la puerta, su mirada recorrió la habitación buscando a Daniel. La voz de Florencia lo volvió a la realidad.
-Sus celulares están apagados. Lo siento. No puedo dejarlo pasar.
Arturo decidió jugarse el as que llevaba bajo la manga. Sacó de su portafolios una fotografía. Sonrió.
-Ojalá yo encontrase una empleada que cuidase de mis intereses tan celosamente como lo hace usted. –le extendió la foto- No miento, tanto Mauricio como Maryjose son mis amigos; está fotografía nos fue tomada precisamente en un cumpleaños de él.
El truco pareció dar resultado. Florencia reconoció a sus patrones tanto como al hombre que estaba en ese momento frente a ella.
-Está bien, -su voz no sonó muy convencida- Nunca antes he escuchado su nombre en esta casa, pero es evidente –agitando la fotografía en el aire- que se conocen. Pase por aquí.
Lo condujo a la sala, luego de traerle un café lo dejó solo argumentando regresar a sus quehaceres. Observó cada detalle con sumo cuidado, una sensación acogedora lo envolvió; hacia donde quiera que dirigiera la mirada encontraba fotos de los dos : Mauri y Maryjose en alguna Navidad o Año nuevo, festejando las fechas en el que quizá era el comedor de su casa. Otra que debió ser tomada en un verano, unas vacaciones en el mar, viajando a bordo de una pequeña lancha, estaba seguro que era en alguna de las playas de Cancún. Minutos después una mirada infantil atrajo su atención.
-Hola pequeño, -intentó acercarse al niño, pero éste retrocedió- No quieres jugar un poco?
Florencia estaba tan enfrascada en sus tareas que no notó cuando Arturo abandonó la casa en compañía del bebe.
Cuando llegaron Maryjose y Arturo a casa, Florencia los recibió con la noticia que “su amigo vino de visita y se llevó al pequeño con él, no me dí cuenta cuando sucedió; yo me encontraba ocupada”.
-Cual de todos nuestros amigos? –interrogó Mauricio.
-No lo conozco, es apenas la primera vez que viene a esta casa y…..
-Si no lo conoces como permitiste que se llevara al niño? Ni siquiera sabes si realmente es nuestro amigo. –exasperada, Maryjose comenzó a alzar la voz.
Consiente del error que cometió, Florencia le mostró a Mauri la fotografía que le dejase Arturo.
-Ustedes tiene razón en lo que me dicen, pero comprendan que ante esa evidencia las dudas que tuve se disiparon, y les pido me disculpen si me equivoque.
Mauricio le mostró la fotografía a su esposa, ésta se dejó caer en un sillón.
-No va a quedarse tranquilo, no hasta conseguir lo que desea.
-Está jugando sucio, -dijo Mauri mientras miraba la foto- Y esto es una prueba, -alzó el papel en el aire- de que está dispuesto a lo que sea con tal de acercarse a nuestro hijito. –se asomó por el ventanal.
-No será capaz de dañarlo, lo que temo es que se lo lleve de nuestro lado, -se levantó y caminó hacia Mauricio- Ya vimos que es capaz de todo para lograr su objetivo, hagamos algo antes que sea tarde.
-Llamaré a nuestro abogado, que él se encargue del asunto. –la abrazó, y fue entonces cuando Maryjose estalló en llanto.- No te pongas así, encontraremos al niño y solucionaremos este asunto de una vez por todas. Verás que sí.
10:00 p.m.
Eran las 10:00 de la noche cuando Arturo apareció en casa de los Serrano llevando en brazos al pequeño dormido; el matrimonio no estaba solo, se hallaba con ellos Javier Garza, su abogado.
Arturo entregó el niño a su madre, mientras ésta lo llevaba a su recámara, los tres caballeros permanecieron en la sala, fue Maryjose quien al regresar rompió el silencio.
-No imaginas siquiera la angustia que hemos vivido éstas últimas horas, -reprochó mirando fijamente a Arturo- ¿Por qué agredes nuestra intimidad de ésta manera, llevándote algo que no te pertenece? –en su voz se mezclaba un tono suplicante y una ira a punto de estallar.
Arturo observó fijamente a los tres antes de contestar.
-Sabes que nunca sería yo capaz de lastimarte a ti o al pequeño, son lo que más quiero en este mundo, -se acercó a Maryjose olvidando que Mauri estaba presente; éste, al notar ese gesto de amor espontáneo, tomó la mano de su esposa y la atrajo hacia él.
Arturo se dio cuenta del error que estuvo a punto de cometer. Retrocedió. Caminó hacia la ventana.
-Vine a esta casa buscándolos a ustedes, quería convencerlos de llegar a un acuerdo tranquilo respecto a Daniel, pero se presentó la oportunidad de conocer al niño y la aproveché. Así que lo llevé de paseo, fuimos a un parque infantil y luego lo llevé a mi casa; conoció a sus abuelos.
Silencio.
-Te pido en el nombre de nuestra antigüa “amistad”, -dijo Mauri haciendo énfasis en esta palabra- que te alejes de nosotros, Daniel no es tu hijo, así que tus padres no son sus abuelos- otro silencio, Arturo permaneció inmóvil- Por favor, no ocasiones daños gratuitos a terceros, pueden resultar muy dolorosos.
Arturo se encogió de hombros, metió las manos en los bolsillos y se encaminó a la puerta. Antes de irse se volvió para decir :
-Esto no ha terminado; mi abogado solicitará las pruebas de ADN.
Maryjose apretó con fuerza la mano de su esposo.
-Y mis clientes acatarán la orden del juez, -intervino Javier Garza; Mauricio lo miró, incrédulo, pero el abogado haciendo caso omiso de las miradas de sus clientes continuó- Dígale a su abogado que solicite la orden cuando lo desee.
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