Linda


La escucho exponer su cátedra con voz chillona, frente a todos nosotros, explicando con sus palabras el significado de la clase.

Pobre chica! Se cree sacada de una de esas revistas de modelos internacionales, me la imagino una mujer inspirada de una caricatura con esas medias color café y la blusa color verde con rosa, sus altos tacones plateados brillan exagerados bajo la luz que ilumina el salón. Y que decir de esos aretes de bisutería barata, cargados de falsas piedras, se verían mejor acompañando un vestido de fiesta. Y esos anteojos con una cinta adhesiva en la base inferior para disimular una quebradura. Al parecer a ella todo eso le importa un comino.

Sin querer mi mirada se posa en su pupitre, en el asiento se observa el enorme bolso de piel ya desgastado por el uso, me pregunto si la compraría en un bazar o si un alma caritativa se la obsequió solo para evitarse el dolor de tirarla a la basura, del bolso asoma un librito de direcciones maltratado a más no poder; algunos cosméticos cuyos envases ya denotan que pronto se terminarán, y los libros sucios y rotos que usa para preparar sus clases. Sobre la mesa veo la libreta vieja que utiliza para sus apuntes, es la única que le he visto llevar en todo el actual semestre y en el anterior.

Me pregunto como hace para subsistir, viene de otro estado y no tiene familiares aquí, carece de un trabajo fijo, pero tiene algo que la mayoría de nosotros no tenemos: optimismo, la seguridad en que todo mejorará. Eso que la gente llama esperanza.

Formo en mi mente historias sobre ella, mientras sigo escuchando su bla, bla, bla…

Comentarios

  1. Cuando encuentras una persona capaz de ver optimismo donde otros sólo verían caos es reconfortante.

    Todos deberíamos intentar vivir con un poco más de optimismo, todo nos iría bastante mejor. A veces las cosas no son tan malas como las queremos ver...

    Un saludo.

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