Dulce Victoria


CAPITULO I

Maryjose se esforzó porque aquella fiesta de cumpleaños de su hijo Daniel estuviese perfecta. Y lo fue. La mayoría de los invitados se habían retirado ya y solo quedaban sus padres, Federico y Beatriz, quienes no se cansaban de retozar con el pequeño en el césped del amplio jardín.

Se dejó caer en el sofá, estaba cansada, exhausta, pero sonreía al recordar la carita de felicidad de su hijo, “eso es lo único que me importa, que mi hijo esté feliz”, comentó para sus adentros; se levantó y caminó lentamente hacia la puerta, deteniéndose en el umbral para observar aquella tierna escena familiar, “ahora sé que Mauri y yo tomamos la decisión correcta, y no me arrepiento. De lo contrario no sería posible que hoy disfrutásemos de estos momentos tan maravillosos. Los errores se pagan, y el mío tenía un precio muy alto”.

Su mente retrocedió en el tiempo quince años atrás, cuando conoció a Arturo Mercader.


Bilingüal University of Monterrey
1986. María José del Villar cursaba ya el último semestre de la preparatoria, el siguiente escalón sería la Universidad. La Bilingüal University of Monterrey era una de las mejores opciones en cuanto a educación privada. Era le tercera hija del matrimonio formado por el Contador Público Federico del Villar y la Arquitecto Beatriz Castaño, éstos se habían propuesto que sus tres hijos fuesen profesionistas, así que se dieron a la tarea de forjar su patrimonio propio : en su natal Puebla realizaron el sueño de emprender su propia empresa de decoración de interiores, arriesgando todos sus ahorros y con el futuro de sus hijos como aliciente, la empresa fue un éxito; por lo que Federico (el hijo mayor), Mildred y ahora Maryjose (como era llamada por todos) tuvieron que irse a residir a la cuidad de Monterrey, (Nuevo León) para iniciar su educación media superior y superior.
Fue en la preparatoria donde Maryjose conoció a Arturo Mercader; fue un sentimiento que surgió inesperadamente y fue creciendo a medida que transcurrían los días; Arturno no era precisamente un galán de película, de esos por los que las mujeres suspiran al ver su hermoso rostro y cuerpo atlético, aunque causen pena al momento de actuar. Era más bien de rasgos comunes : grandes ojos negros, amplia sonrisa que dejaba ver unos dientes perfectos (seguramente el arreglo de un buen dentista), tez morena, mediana estatura, algo delgado, tirando a flaco.
Nada que ver con el tipo de hombre que Maryjose soñó desde niña. “Difícilmente uno consigue lo que sueña….. al menos en cuanto a sentimientos se refiere”, dijo cuando sintió que su corazón empezaba a perderse en ese profundo y turbulento mar que llaman amor……
Habían cursado juntos los cuatro tetramestres de la preparatoria, y desde el inicio su camaradería fue absoluta. Del extenso grupo de amigos Maryjose y Arturo eran inseparables : juntos en clases, en actividades deportivas, culturales, juntos en fiestas y antros. Maryjose temía que al llegar a la Universidad la camaradería llegase a su fin, por eso, cuando Arturo le comentó que se inscribiría en la carrera de Diseño y Decoración de Interiores no cabía en sí de gozo “si estamos juntos durante otro largo período de tiempo podrá darse cuenta de mis sentimientos hacia él” había pensado para sus adentros.
Pero las cosas nunca son como uno las espera (o como uno quisiera que fuesen).
Cursaban ya el quinto tetramestre cuando alguien apareció a cambiar el curso de los planes de la joven : una nueva estudiante se unió al grupo de amigos de Arturo y Maryjose : Selene Moreno no compartía ninguna clase con éstos últimos, pero tenían una amiga en común : Mariana Cisneros.
Selene había dejado inconclusa su carrera de Administración Financiera y su objetivo era terminarla en la Bilingüal University; desde el momento que Maryjose la conoció, una alarma interior comenzó a enviarle al corazón avisos de alerta. Conforme pasaban los días notó como su relación con quien consideraba el amor de su vida iba cambiando de rumbo. Ya no más actividades en grupo, ahora, tanto Arturo como Selene se distanciaban poco a poco de los demás. En cierta ocasión, entre broma y broma, sentado el grupo de amigos a la mesa de un bar, Maryjose sintió el aguijón de los celos como un puñal ardiendo enterrado en el corazón cuando uno de los presentes dejó al descubierto lo que ella ya intuía desde tiempo atrás :
-Well, well, well –murmuró Rubén, el tipo más gracioso del grupo mientras daba un sorbo a su trago- Parece que ahora nuestro amigo Ar logró afianzar si posición económica, -esbozó una sonrisa burlona para luego agregar- dentro de poco tiempo ya no pertenecerá más a la clase media baja, sino a la “media alta….. alta”.
-No exageres Rub –intervino Yolanda, una de las personas más sensatas y neutrales del grupo.- Arturo no es del todo pobre, mejor dicho, su familia es de clase media alta.
-Correción!! –alzó el dedo índice al aire, para reafirmar lo que iba a decir- media baja; sus padres son comerciantes, no empresarios, nadie que tiene tres refaccionarias pertenece a la clase media alta ó alta. Nuestro caso es distinto, somos hijos de empresarios, nuestras familias viven holgadamente aún costeando esta Universidad, que como bien sabemos todos, es la Universidad privada más costosa de todo Monterrey. Él, en cambio, es un hecho que su padre tuvo que dejar en hipoteca hasta su alma para poder pagar las colegiaturas.
Las carcajadas de los presentes no se hicieron esperar. Maryjose dibujó en sus labios una sonrisa forzada, aquellos comentarios y burlas no le agradaban en lo más mínimo; pero igual no podía refutar nada, primero porque era cierto que Arturo era hijo de una familia de pequeños comerciantes; segundo, no deseaba que los demás supieran de su amor hacia éste. Prefería mantenerse callada y aguantar las burlas soaces a costa de Arturo.
-Hasta donde yo sé –intervino nuevamente Yolanda- Arturo y Selene no tienen nada que ver sentimentalmente hablando, por rumores sé que ella está comprometida con un tal Rodrigo, Rogelio y algo, y ese tipo no tiene nada que ver con la vida de esta universidad.
-Ok. –tomó la palabra Rubén- supongamos que la muchacha realmente está comprometida con ese Rogelio y algo, la pregunta del as- Lo ven? Lo improbable puede ser probable mientras exista una razón para darlo por hecho, y en este caso existe. Además, no se les olvide que Selene y su hermano, creo que se llama Octavio ¿no? –dirigió la mirada a sus compañeros buscando la respuesta a su pregunta- ¿sí? Bueno, su hermano y ella quedaron huérfanos a temprana edad, heredaron una importante empresa de moda que les ha dejado muy jugosos dividendos, crecieron bajo el cuidado de unos “padrinos” –dio un trago largo a su bebida, luego levantó la copa a la luz como buscando encontrar algo en el ambarino líquido que contenía aún- La mayor parte de las veces los padres no pueden cuidarnos del todo, como hijos siempre encontramos la manera de escapar de su autoridad; ahora imaginen qué seríamos capaces de hacer estando bajo el “cuidado” de personas ajenas a nuestra familia, y que por lo tanto no están obligados a otorgarnos su amor ni su atención. Caras vemos, mañas no conocemos. –y al terminar de decir esto se llevó la copa a los labios, mientras observaba detenidamente a cada uno de sus compañeros.
Ya sola en su habitación, Maryjose se dio a la nada fácil tarea de navegar en un mar de importantes decisiones : pronto terminaría su licenciatura y regresaría a Puebla, pero no podía irse llevándose el corazón a la mitad. Sí. De pronto decidió que era el momento justo para sincerarse con Arturo y darle a conocer sus sentimientos hacia él.
-El tiempo es el peor enemigo, la graduación se acerca y no sé que rumbos tomará nuestras vidas, le haré saber lo que siento por él; total, si es verdad que nada tiene que ver con Selene……..
Al día siguiente, al término de las clases, la oportunidad de hablar en privado se presentó por sí sola y Maryjose no la desaprovechó.
-Desde hace algunos días tenía la intención de comer en este lugar y hasta hoy pude hacerlo, -comentó Arturo, mientras Maryjose observaba a través de la ventana el atardecer cálido de mediados de agosto; ese día en especial el sol se asomaba a ratos entre espesas nubes oscuras.
-Arturo, necesito decirte algo, -lo miró fijamente- por favor no digas nada hasta el final, solo escúchame. –el joven se encogió de hombros y sonrió- Nos conocemos desde hace ya varios años, -tomó la servilleta y comenzó a juguetear con ella, fijando su mirada en Arturo- quizá no te hayas dado cuenta que para mí significas mucho más que un simple amigo, -Arturo la miró con sorpresa, más sin embargo no la interrumpió- hemos estado tan cerca el uno del otro compartiendo tantos detalles que…. –hizo una pausa- he descubierto que me siento muy atraída hacia ti, y hasta creo que te amo. –esto último lo dijo casi en un murmullo, pero Arturo logró escucharlo. Sorprendido por aquella inesperada confesión, durante algunos minutos permaneció en silencio. Después de esos minutos que a la chica le parecieron eternos, repuso :
-Maryjose, tú debes estar muy confundida. Yo jamás he dado motivos para que pienses que esta amistad pueda convertirse en una relación más seria. –su voz adquirió un duro matiz- En este momento lo único que me importa es emprender cada uno de los proyectos que me he forjado, -el rostro de la muchacha se cubrió de un ligero rubor- Discúlpame, no quiero ser ofensivo, pero tu amor no me interesa. No por ahora. –se levantó- Será mejor que te lleve a tu casa, parece que se avecina la lluvia.
Ante esa revelación, Maryjose no tuvo otra alternativa que seguir actuando frente a los demás como si nada sucediese; orgullosa como era, a nadie le dijo de su decepción; y aunque se prometió a sí misma que nada sería diferente después de ese desengaño, la manera de tratar a Arturo ahora era más distante, algo agresiva, cosa que atribuyó al nerviosismo por el fin de curso. Y el chico por su parte puso distancia de por medio; únicamente se comunicaban lo necesario; después de todo, de un tiempo a la fecha su amistad ya no era lo que había sido años atrás.
La mañana del 25 de agosto, durante el descanso entre una clase y otra, Maryjose encontró a Arturo en la cafetería, almorzaba solo y se acercó, necesitaba darle una noticia que para ella resultaba estupenda.
-Hola Arturo, tengo algo que decirte, ¿puedo sentarme? –el chico la miró algunos segundos, por lo que Maryjose pensó que quizá le molestase que se acercara, por lo que esperó su respuesta.
-Por supuesto. –sonrió.
-No te quitaré mucho tiempo, solo voy a mostrarte algo, -le extendió un fólder, Arturo lo abrió, contemplándolo durante algunos segundos, desconcertado. Sin comprender de que se trataba, le dirigió a su amiga una mirada interrogadora.
-Es un contrato con la casa de decoración D’ Imagen, tú y yo somos los encargados de la decoración interior en un nuevo desarrollo habitacional, claro que para esto tendrías que mudarte a vivir a Puebla por algún tiempo, el desarrollo está allá, y para mí es una magnífica oportunidad.
Arturo aún no salía de su asombro.
-No entiendo, yo jamás me interesé en trabajar para esta empresa, no sé como ni por qué se me extiende un contrato que yo nunca solicité. –concluyó en tono cortante.
-Obtuvieron nuestros datos por medio de la Universidad. –explicó Maryjose, sin hacer mucho caso al comentario de Arturo- Sin que nosotros lo supiésemos solicitaron los datos de todos los estudiantes próximos a egresar, se basaron en aquel exámen que después supimos la Universidad llamó “Sorpresa de la Generación”; para los dos primeros lugares el premio consistió en un contrato para laborar en D’ Imagen durante un año con opción a formar parte del grupo de diseñadores. Me telefonearon hoy pidiendo me presentara lo más pronto posible en las oficinas de esta ciudad, y el resultado de la entrevista aquí está. –extendió su mano y la posó sobre el fólder que aún permanecía abierto sobre la mesa y miró a su compañero con atención.- No han podido comunicarse contigo, al parecer tu teléfono no funciona, por eso te lo he traído personalmente.
Arturo continuaba sorprendido : en sus planes inmediatos no estaba previsto ningún contrato de trabajo; su mayor deseo en aquellos últimos meses era concluir la licenciatura y tomar algunas semanas de vacaciones. Leyó a grandes rasgos el contenido del papel que tenía frente a sus ojos; era, efectivamente, un contrato laboral. Especificaba el horario de trabajo, sueldo, días de descanso, así como los derechos y obligaciones del patrón y trabajador. Al término de las claúsulas, unos renglones más abajo, del lado izquierdo, había una firma : la del Director General del Grupo D’ Imagen, junto a ésta, pero del lado derecho, se hallaba la firma del Jefe de Personal de la empresa, y en otro espacio, más abajo y al centro de las dos firmas anteriores, estaba impresa la firma de María José del Villar; no había duda que el talento y creatividad de la chica pertenecía ya a D’ Imagen. Dio vuelta a la página, el contenido era el mismo que en la hoja anterior, a excepción que el espacio correspondiente a su firma estaba vacío.
-Es una excelente oportunidad Arturo. Piénsalo, no la desperdicies.
Arturo retornó a la primera hoja y cerró el fólder.
-Lo siento Maryjose, pero no puedo aceptar esta oferta.
Maryjose lo escuchaba perpleja : se negaba a creer que Arturo fuese tan tonto para no aprovechar la jugosa oportunidad que el destino les obsequiaba en charola de plata. Estuvo a punto de decirle “Si es por la confesión que te hice días atrás, puedes tener la seguridad que no te hostigaré, para mí sólo serás un colega y trataremos asuntos laborales”. Para no herirse más logró decir :
-Entiendo, -hacía un esfuerzo muy grande por disimular su coraje y su amargura- Otro en tu lugar hubiera aceptado el puesto sin pensarlo un minuto, tú en cambio……
-Maryjose, la interrumpió bruscamente- eres la primera persona a quien confiaré mis planes, aunque no tengo por que hacerlo, -al escuchar esto, la joven dirigió su mirada a otro lado- me marcho a Canadá, un proveedor del negocio de mi padre me ayudó a inscribirme en un intercambio estudiantil, tú sabes, para practicar y perfeccionar el idioma Inglés. Estoy ultimando detalles, si no se me presenta ningún contratiempo, es seguro que me voy el día de la graduación, después de la entrega de diplomas. Ni siquiera estaré en la celebración. –observó la reacción de Maryjose- Espero que la información te sea de utilidad. –arrojó la servilleta sobre la mesa, contrariado.
-Es comprensible que busques tus propios intereses, aquí ó en otro lugar. En verdad deseo que te vaya muy bien, te lo mereces. –tomó el fólder con los documentos y se levantó- Si no te veo en los días siguientes, que tengas un buen viaje, y escríbeme unas líneas aunque sea de vez en cuando. A pesar de todo me agradará saber que estás bien. -dió la media vuelta, y se volvió para decir :- Gracias por compartirme tus planes, pero mi único interés era de trabajo, nada personal.
Caminando con paso lento, Maryjose llegó al estacionamiento donde había dejado su automóvil, abrió la portezuela y se sentó tras el volante, incrustó la llave en el encendido y esperó algunos minutos recostada sobre el asiento. Subió el volumen al estéreo, necesitaba ocupar su mente en otra cosa que no fuese Arturo Mercader.
Aunque lo amaba en verdad, bastante desilusionada se encontraba ya como para continuar dedicándole su valioso tiempo. Ahora debía concentrarse en su ingreso al grupo D’ Imagen, lo cual significaba un gran avance en su recién iniciada carrera. Comenzaba con el “pie derecho” su camino en el mundo que desde pequeña decidió seguir, cuando veía a su madre plasmar sus ideas sobre papel en forma de finísimas líneas rectas y curvas, que después tomaban forma con cemento, fierro y cristal. Le continuaba la labor de decoración : escoger el color de pintura de las paredes, los muebles, alfombras, cuadros, jarrones con flores, plantas naturales para el área del jardín. La arquitecto Beatriz Castaño sin saberlo, inculcó en su hija el gusto y el amor por la arquitectura y la decoración, al compartir con la niña las arduas horas de trabajo, la supervisión de las obras e incluso, cuando era permitido, las reuniones o juntas con sus colegas. Maryjose admirada a su madre y el trabajo que desempeñaba; su niñez transcurrió entre proyectos dibujados y decoraciones, de modo que al iniciar el bachillerato ya había decidido que sería arquitecto, aunque su gusto se inclinó más hacia la decoración. En su vida privada también sería notable el cambio; conocería gente nueva, encontraría otros amigos, y por qué no? Quizá el amor entrase por esa puerta recién abierta cuando ella menos lo imaginara. Ahora más que nunca necesitaba aferrarse a esa idea. De momento representaba su única salida.
-Ya es hora de dejar de pensar en Arturo Mercader y atender mis asuntos pendientes, -se dijo en voz alta al momento de incorporarse y poner en marcha el automóvil.- Demonios!! –exclamó- Con la emoción del contrato me olvidé de la documentación que aún debo en el archivo escolar. Tampoco he visto vestidos ni maquillaje, la fecha está próxima y yo no tengo nada listo. A partir de este momento, Arturo no debe existir más en mi mente, toda mi energía la concentraré en trabajar en D’ Imagen y después…… -sintió como sus ojos comenzaban a humedecerse, pero fue valiente y contuvo las lágrimas- todo será diferente. Me esforzaré para ello.
La ceremonia de graduación tuvo lugar en el auditorio principal de la Universidad, una ceremonia breve pero emotiva. Esa fue la última vez que Maryjose vió a Arturo Mercader, quien salió apresuradamente después de recibir su diploma de manos del Rector. Abandonó el auditorio en compañía de sus padres sin decir nada a nadie. María José, según el orden alfabético de los apellidos, fue de los últimos alumnos en subir al escenario. Terminada la ceremonia, todo el grupo junto con familiares y amigos se dirigieron hacia Salón Privatt; donde se efectuaría la fiesta pos-graduación. Maryjose sabía de sobra que Arturo Mercader no asistiría, aún así, abrigaba la remota esperanza de que él apareciese en el salón de un momento a otro. El ambiente era de lo mejor : mucha camaradería, excelente iluminación, una exquisita cena y bebida, y una excelente música. Todo se conjugaba para unas perfecta armonía, pero para Maryjose nada de eso tenía importancia. Las horas se tornaron tristes para la joven, esperando a alguien que no llegaría.

Continuará...

















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