Ladrón de tu amor

Capítulo VI
Liset Herrera, la “víctima” de los celos de Isela, dejó bien en claro que Eugenio era para ella solo un amiguito más.
-Mira, mira, -extendió a la vista de Eugenio pero sobre todo de Isela una fotografía- éste es mi novio, además tengo amigos con derechos pero a él yo no pienso cambiarlo por ti –señaló a Eugenio- ni por algún otro, nuestro noviazgo tiene ya dos años y planeamos casarnos. –volviéndose a Eugenio- Nunca volveré a hablarte siquiera. –salió apresuradamente del estacionamiento.
Ignorando la presencia de Isela, el hombre abrió la portezuela de su auto y puso en marcha el motor.
-Eugenio, espera, tenemos una conversación pendiente.
De mala gana apagó el motor.
-Ya no me esperes al salir de clase porque no voy a acompañarte más. Hasta aquí llegó todo. No quiero tener trato contigo, olvídate que me conoces.
-Eugenio, no es posible que pienses de ese modo. Hemos pasado momentos muy agradables, fincamos una amistad muy firme. No puede ser que tires todas nuestras cosas buenas a la basura por una jovencita que apenas conociste la semana pasada.
-Esa muchacha tiene un carácter muy agradable, me siento bien a su lado, tu en cambio….. me asfixias, quieres controlar mi vida, y ya me tienes harto. Lástima que haya perdido su amistad por tu culpa.
-Lamento provocar que ella te retire su amistad. En cuanto a nosotros…..
-Déjame tranquilo, no quiero tener que verme en la necesidad de reportar que estás hostigándome. Desde este momento estás fuera de mi vida. ¿Ok? Maldito el momento en que te conocí!
Arrancó el vehículo dejando a Isela parada en medio de la calle sin darle oportunidad de pronunciar palabra.
Perdió la noción del tiempo. No tenía idea de que hora era, pero ya debía ser muy tarde, se apresuró a caminar a la parada donde esperaba el autobús. Que distinto lucía ahora todo. Sin la compañía de Eugenio, esas calles parecían más oscuras y largas.
Liset ya no regresó a clases.
Los días que siguieron, agradeció que sus compañeros por respeto o por consideración no hiciesen preguntas acerca del distanciamiento con Eugenio. La indiferencia de éste para con ella era insoportable, días después al notarlo más tranquilo, Isela intentó propiciar una conversación, obteniendo por respuesta que el tipo diese la media vuelta y la dejara hablando sola sin importarle que estuvieran rodeados de gente.
Continuará……
Liset Herrera, la “víctima” de los celos de Isela, dejó bien en claro que Eugenio era para ella solo un amiguito más.
-Mira, mira, -extendió a la vista de Eugenio pero sobre todo de Isela una fotografía- éste es mi novio, además tengo amigos con derechos pero a él yo no pienso cambiarlo por ti –señaló a Eugenio- ni por algún otro, nuestro noviazgo tiene ya dos años y planeamos casarnos. –volviéndose a Eugenio- Nunca volveré a hablarte siquiera. –salió apresuradamente del estacionamiento.
Ignorando la presencia de Isela, el hombre abrió la portezuela de su auto y puso en marcha el motor.
-Eugenio, espera, tenemos una conversación pendiente.
De mala gana apagó el motor.
-Ya no me esperes al salir de clase porque no voy a acompañarte más. Hasta aquí llegó todo. No quiero tener trato contigo, olvídate que me conoces.
-Eugenio, no es posible que pienses de ese modo. Hemos pasado momentos muy agradables, fincamos una amistad muy firme. No puede ser que tires todas nuestras cosas buenas a la basura por una jovencita que apenas conociste la semana pasada.
-Esa muchacha tiene un carácter muy agradable, me siento bien a su lado, tu en cambio….. me asfixias, quieres controlar mi vida, y ya me tienes harto. Lástima que haya perdido su amistad por tu culpa.
-Lamento provocar que ella te retire su amistad. En cuanto a nosotros…..
-Déjame tranquilo, no quiero tener que verme en la necesidad de reportar que estás hostigándome. Desde este momento estás fuera de mi vida. ¿Ok? Maldito el momento en que te conocí!
Arrancó el vehículo dejando a Isela parada en medio de la calle sin darle oportunidad de pronunciar palabra.
Perdió la noción del tiempo. No tenía idea de que hora era, pero ya debía ser muy tarde, se apresuró a caminar a la parada donde esperaba el autobús. Que distinto lucía ahora todo. Sin la compañía de Eugenio, esas calles parecían más oscuras y largas.
Liset ya no regresó a clases.
Los días que siguieron, agradeció que sus compañeros por respeto o por consideración no hiciesen preguntas acerca del distanciamiento con Eugenio. La indiferencia de éste para con ella era insoportable, días después al notarlo más tranquilo, Isela intentó propiciar una conversación, obteniendo por respuesta que el tipo diese la media vuelta y la dejara hablando sola sin importarle que estuvieran rodeados de gente.
Continuará……
Comentarios
Publicar un comentario
Tus comentarios son bien recibidos. Nos leemos pronto!!!