Ladrón de tu amor

Capítulo V
Eran las 12:00 del mediodía, Isela intentaba dormir pero no podía. Para una mujer activa como ella esa pasividad era la muerte. Eran ya dos meses de vivir aislada ignorando en que punto de la tierra estaba habitando. Nada le faltaba, Daniel era lo que en otras circunstancias pudiera decirse el esposo ideal: siempre había comida suficiente en casa, y no había viernes que no llegara a casa con algún detalle para ella. Siempre pendiente de ella, tratando de ganar su afecto…..
Recostada en la almohada pensaba, pensaba en Eugenio, el hombre que había sido el centro de su existencia hasta apenas unos meses antes de que Daniel la raptara.
Eugenio Zavala
Su compañero desde el inicio de la licenciatura.
Tímida y acostumbrada a pasar desapercibida, los primeros días de clases eran una tortura para ella. Llegado el momento de integrarse a algún equipo para la cuestión de exposición de cátedra, con temor preguntó a cual de todos podría incorporarse. Precisamente fue Eugenio quien le tomó su nombre y matrícula y al final de clase acordaron como quedarían repartidas las obligaciones. A partir de ese momento fueron compañeros inseparables. La confianza que se tenían el uno al otro era total. A Isela le gustaba lo atento que se comportaba con ella, su sentido del humor y buen carácter; si para ella la situación era molesta e irritable, la opinión de Eugenio ayudaba a observar las cosas desde una perspectiva más optimista. Además, Eugenio era un hombre con ganas de progresar económicamente, era propietario de un negocio de investigaciones privadas, el cual no le retribuía grandes ganancias, pero sí lo justo para vivir sin preocupaciones monetarias.
Eran las 12:00 del mediodía, Isela intentaba dormir pero no podía. Para una mujer activa como ella esa pasividad era la muerte. Eran ya dos meses de vivir aislada ignorando en que punto de la tierra estaba habitando. Nada le faltaba, Daniel era lo que en otras circunstancias pudiera decirse el esposo ideal: siempre había comida suficiente en casa, y no había viernes que no llegara a casa con algún detalle para ella. Siempre pendiente de ella, tratando de ganar su afecto…..
Recostada en la almohada pensaba, pensaba en Eugenio, el hombre que había sido el centro de su existencia hasta apenas unos meses antes de que Daniel la raptara.
Eugenio Zavala
Su compañero desde el inicio de la licenciatura.
Tímida y acostumbrada a pasar desapercibida, los primeros días de clases eran una tortura para ella. Llegado el momento de integrarse a algún equipo para la cuestión de exposición de cátedra, con temor preguntó a cual de todos podría incorporarse. Precisamente fue Eugenio quien le tomó su nombre y matrícula y al final de clase acordaron como quedarían repartidas las obligaciones. A partir de ese momento fueron compañeros inseparables. La confianza que se tenían el uno al otro era total. A Isela le gustaba lo atento que se comportaba con ella, su sentido del humor y buen carácter; si para ella la situación era molesta e irritable, la opinión de Eugenio ayudaba a observar las cosas desde una perspectiva más optimista. Además, Eugenio era un hombre con ganas de progresar económicamente, era propietario de un negocio de investigaciones privadas, el cual no le retribuía grandes ganancias, pero sí lo justo para vivir sin preocupaciones monetarias.
Compatibles desde el punto de vista zodiacal, ambos escorpiones, él de finales de octubre, ella de principios de noviembre. Conforme conocía de la vida de Eugenio, su infancia, el forzado matrimonio que acabó en un doloroso divorcio el cual todavía no superaba a pesar de que ya habían pasado doce años de aquello, su forma de pensar respecto del sexo y del matrimonio, la imaginación de la joven tejía sueños y planes; en su mente existía una familia perfecta: él y ella, un hogar, un trabajo y objetivos comunes para los dos.
Sin duda el hombre que ella estaba esperando. Su complemento.
Sin duda el hombre que ella estaba esperando. Su complemento.
Pero el río de la vida cambia sin previo aviso…..
Ambos acreditaron al siguiente semestre, aparte de los compañeros de siempre, había gente nueva. Entre ellos una muchachita de apenas 19 años, bueno, eso era lo que ella decía. Con solo mirarla, Isela intuyó que esa mujercita no era tan inocente a pesar de la apariencia dulce que proyectaba.
-“19 años, pero puedo asegurar que tiene el kilometraje más recorrido que el mío”.
-“19 años, pero puedo asegurar que tiene el kilometraje más recorrido que el mío”.
Su vestimenta era demasiado provocativa cayendo en lo vulgar, shorts cortos que al sentarse dejaban al descubierto hilachas de su ropa interior, y los escotes solo cubrían lo necesario. Eugenio se deslumbró ante semejantes revelaciones, e Isela al sentir que estaba en peligro todo lo que había sembrado decidió tomar al toro por los cuernos. Había esperado a que Eugenio tomara la iniciativa de pedir que su relación pasara de amistad a un compromiso de noviazgo, ella era una mujer inteligente y notó la indecisión masculina. Además una zorrita merodeaba su jardín amenazando destruirlo, esto la obligó a poner sus cartas sobre la mesa. Por escrito le confesó sus sentimientos a Eugenio, la muchacha notó de inmediato la indiferencia para con ella.
-Eugenio, al final de clase te espero, me gustaría que conversáramos…
-Por favor, te pido que aquí en el salón de clase no me dirijas la palabra, allá afuera puedes decirme lo que quieras, pero vamos a cuidarnos de que nadie nos vea ¿entendido?
Algo no marchaba bien, Eugenio nunca antes empleó ese tono de voz con ella ni mucho menos le pidió hablarse o verse a escondidas.
-Como tú digas, te espero…
-Mañana, hoy invité a cenar a Liset.
Lo que faltaba. Eugenio la relegó a un segundo término por causa de una personita a quien conoció solo unos días antes. Decidió jugarse el todo por el todo.
Esperó a Eugenio y Liset a la entrada de la escuela. Era necesario que los tres conversaran.
Continuará……
-Eugenio, al final de clase te espero, me gustaría que conversáramos…
-Por favor, te pido que aquí en el salón de clase no me dirijas la palabra, allá afuera puedes decirme lo que quieras, pero vamos a cuidarnos de que nadie nos vea ¿entendido?
Algo no marchaba bien, Eugenio nunca antes empleó ese tono de voz con ella ni mucho menos le pidió hablarse o verse a escondidas.
-Como tú digas, te espero…
-Mañana, hoy invité a cenar a Liset.
Lo que faltaba. Eugenio la relegó a un segundo término por causa de una personita a quien conoció solo unos días antes. Decidió jugarse el todo por el todo.
Esperó a Eugenio y Liset a la entrada de la escuela. Era necesario que los tres conversaran.
Continuará……
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