Legítima Defensa


Feliz inicio de mes!!!
Va el último capítulo de la mini-novela.
Disfrútenlo.
Salu2.

Capítulo III

Desafortunadamente todas las evidencias estuvieron en contra de Blanca. Para empezar el juez me recalcó lo que yo tanto temía “una prostituta no tiene credibilidad” incluso él nunca aceptaría a una de ellas en su jurado. Luego, como acto hecho a propósito el susodicho chino y su amigo resultaron ser “hombres de familia respetable” que se desempeñaban como servidores públicos en el gobierno de su país natal, por lo que la noticia del asesinato de uno de ellos a manos de una piruja de poca monta llegó a poner en peligro las relaciones diplomáticas entre China y México. La familia del chino y sus amigos, principalmente Liu (quien entregó a Blanca) exigieron se le aplicara todo el peso de la ley.
Tercero, los exámenes ginecológicos realizados a Blanca confirmaron la presencia de 3 tipos de semen en su vagina, uno pertenecía al finado y los otros dos a los desgraciados que la violaron y que ella por obvios motivos no quiso denunciar, pero éstos no tuvieron ningún reparo en declarar ante el jurado que ella se les ofreció a cambio de que la dejaran escapar. Además fue encontrada por Liu con el dinero en las manos. Todo esto echó por tierra mi argumento de legítima defensa. Al jurado le llevó menos de 15 minutos llegar a una conclusión. Veredicto: culpable. Condena: 20 años en prisión sin derecho de apelación mucho menos libertad condicional.

-Es injusto Su Señoría que no se permita una apelación, ustedes basaron su juicio en la “buena” reputación del muertito y en las presiones familiares en vez de ser imparciales. –dije en tono molestó al juez.
-Mire Lic. Arrambide –me contestó el juez de manera prepotente- usted no tiene ni idea de cómo se deben conciliar las relaciones diplomáticas entre dos países distintos verdad? Usted nunca ha ocupado un puesto ni siquiera a nivel municipio, por lo que no imagina todo lo que hay detrás de un puesto de alto rango gubernamental. Lo irá descubriendo conforme avance en su carrera y le voy a dar un consejo: no escarbe más en este asunto, asesinaron a un extranjero que para variar era secretario de estado y ya se hizo justicia. Sea por cuestiones familiares, económicas, de compadrazgo, etc. pero ya se castigó al culpable.
-No estoy de acuerdo –repliqué con firmeza- de modo que de eso se trata ¿no? De quedar bien con los asiáticos a costa de lo que sea y de quien sea. Es una porquería que la justicia sea vendida al mejor postor.
-Le digo que le falta mucho por aprender mi estimada colega –se encaminó hacia la puerta y con un ademán me indico la salida- ahora si me permite tengo otras diligencias que atender.
Salí lo más aprisa que pude, cegada por la ira. “Espera, se me está ocurriendo una idea” comentó mi cerebro. Todo sea por una noble causa. Ja ja ja.

Apenas meses después de dictar sentencia a Blanca, Liu reapareció en aquel cabaretucho de mala muerte buscando diversión barata. Y la encontró: empezó por invitar bebidas a toda bailarina que quisiera ganarse unos pesos más y la “distinción” de sentarse en sus piernas. Y terminó por llevarse a una atractiva morena para finalizar su fiesta en un sitio privado, la bailarina propuso ir a la casa que compartían ella y una amiga, propuesta que el chino no rechazó.
Eran casi las 5:00 de la madrugada cuando se escucharon gritos en la casa contigua a la mía. Como pude me vestí y salí a la calle, algunos vecinos también miraban asombrados por las ventanas sin atreverse a salir. Olvidaba algo: mi arma. Me regresé por ella, una nunca sabe en que momento correrá peligro. Al ver que me dirigí a la casa vecina, un chiquillo de no más de 20 años me siguió. Logramos abrir la puerta justo en el momento que Liu arrojó a su desconocida amiga al suelo y comenzó a patearla cual balón de fútbol. Mi escuálido acompañante intentó separarlos pero el chino le dió tremendo empujón que el pobre fue a estrellarse contra la pared.
-Déjala o te mueres –grité con toda la potencia que pude mientras que Liu seguía maltratando a la mujer.- Si volteas te darás cuenta que tengo un arma en la mano y no dudaré en dispararla si no la dejas.
Se alejó de su objetivo, sonriendo de una manera burlona que encendió más mi coraje hacia él, se encaminó hacia el dormitorio y salió de él con su ropa en la mano, buscó algo en el bolsillo y lo mostró orgulloso, no alcancé a ver lo que era pero lo imaginé : su identificación como burócrata.
-Tú no me puedes hacer nada, nunca me podrán hacer nada, tengo mi inmunidad diplomática.
Creí justo darle una lección que no olvidase jamás, accioné el gatillo del arma. Quiso la fatalidad que la bala atravesase el corazón.
-Te la acabo de revocar.

A diferencia del primer burócrata muerto, en este caso no se presentaron cargos contra la bailarina ni contra mí, aunque ello no impidió que yo declarase actuar en legítima defensa, ello gracias a que los vecinos declararon haber escuchado las amenazas del extranjero, mi escuálido y valiente acompañante mostró haber perdido un diente cuando se golpeó contra la pared por el empellón que recibió del muertito y además la prensa llegó en el momento preciso de fotografiar a Brunette con su ropa desgarrada, sangrando de la boca, con golpes en la mayoría de su cuerpo, y además con una muñeca fracturada. La publicidad se redujo solo a una nota de siete líneas en la tercera página del periódico local.
Dentro de lo que cabe Brunette sanó de sus heridas (físicas, por supuesto) y continúa con su trabajo en el cabaret, Blanca está cumpliendo sentencia en un penal de alta seguridad y yo estoy intentando apelar la sentencia, esperando que lo sucedido con Brunette sirva como prueba contra esos burócratas extranjeros, que no solo porque trabajen para el gobierno de su país van a ir a otro lugar a ocasionar problemas y quedar en total impunidad.

F I N.

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