Legítima Defensa


Aki les va el segundo capítulo de la mini-novela o mini-cuento.
Disfrútenlo.
Salu2.

Capítulo II

A ninguno de los investigadores en turno le sorprendió verme llegar a esas horas, al contrario, pareció que estuvieran esperándome. Virgilio, el jefe en turno esa noche, estaba conversando con un policía uniformado y cuando me vió le ordenó retirarse. Tomé asiento frente a él sin esperar a que me lo ofreciera. Virgilio era un tipo rudo, grosero y déspota, siempre de mal humor. Decían sus subordinados que se volvió insoportable desde que lo abandonara su esposa.
-Usted tan puntual como siempre mi Lic., pero hoy llega más temprano de lo normal, en que puedo ayudarla?
Esta vez su tono burlón no me molestó como las veces anteriores, será en parte porque necesito de su ayuda.
-Hace algunas horas trajeron detenida a una mujer, Blanca Puente. Su familia me ha contratado como su defensor, por lo tanto necesito hablar con ella.
El tipo sonrió, dejando ver unos dientes perfectos.
-Esas malditas putas solo sirven para darnos más trabajo, como si fuera poco el que ya tenemos.
Lo observé fijamente, durante unos segundos él me miró también, su semblante se había ruborizado. Le hizo una seña a otro de sus subordinados y éste me condujo a la celda donde se encontraba Blanca.
En ese inmundo y oscuro cuartucho maloliente que llaman celda esperaba encontrar a una mujer acobardada, desecha en llanto. Cual fue mi sorpresa al ver a una mujer entera, sin rastros de llanto en los ojos, con la frente en alto dispuesta a afrontar sus errores ante la sociedad. Al verme entrar su mirada se fragmentó en llanto, se arrojó a mis brazos y me apretó tan fuerte que por un momento creí que me asfixiaría. Mis ojos se cristalizaron también, pero no podía ni debía darme el lujo de ser débil. Yo era su fortaleza y si me derrumbaba ella estaría perdida.
“No se va a hundir, haré más de lo que está en mi mano para ayudarla y juntas enderezaremos el barco” –pensé para mis adentros.
-Tranquila, sentémonos y cuéntame que es lo que pasó, -saqué mi cuaderno para escribir mis notas, Blanca suspiró hondo y se tomó algunos minutos para comenzar a hablar.
-Era un chino, me gustó desde que entró al bar, para que me hago tonta. –yo tomaba notas en silencio. Ese no era el momento para reproches y mucho menos para juzgarla.- Me pidió que me sentara para acompañarlo, al principio lo hice por ganancia, pero conforme lo iba tratando me ganó sus manera de portarse conmigo. Luego de varias copas me pidió le hiciera un baile privado, yo acepté pues me quemaban las ganas de tener sexo con él.
La miré y ella adivinó mis pensamientos.
-Aunque suene vulgar ahorita en esos momentos yo tenia ganas de sexo, -escapó de sus labios una risita burlona- de eso siempre tengo ganas. –carcajada. Sus ocurrencias provocaron que esbozara muy apenas una sonrisa.- Bailé para el 3 ó 4 piezas, no recuerdo, al momento de cobrar por mis servicios me propuso continuar la fiesta en su departamento. Al principio me negué porque ya era un buen “billete” lo que me debía pero me convenció diciendo que ya no traía efectivo con él, que allá en su casa tenía su guardadito y con ello cubriría mis “honorarios” muy generosamente.
Guardó silencio un minuto, fijó la mirada en el piso.
-Tuvimos relaciones casi toda la noche. –un gesto de asco transformó su rostro- Yo ya me encontraba cansada y a medio dormir, él insistió y al negarme a hacerlo de nuevo se puso como loco, me jaloneó por la muñeca y comenzó a proferirme insultos, me abofeteó, -otro silencio- intentó hacerlo por la fuerza y fue cuando tomé una estatuilla de bronce que había sobre el buró y le dí un golpe con ella. No imaginé que lo mataría, solo deseaba quitármelo de encima. Me aturdí, comencé a vestirme rápidamente pensando que se levantaría en cualquier momento, pero como aún estaba pendiente mi pago comencé a revisar el buró y los cajones del vestidor en busca de dinero. En eso llegó su socio, me sorprendió con el dinero en las manos y fue él quien se dió cuenta que el chino estaba muerto. Salió dejándome encerrada mientras llegaba la policía. No puedo creer que me haya manchado las manos con la sangre de un tipo que ni siquiera conocía, -arqueó las cejas en un dejo de resignación.
Mi mente trabajaba a mil revoluciones por segundo imaginando la escena, cuando un pensamiento tenebroso cruzó mi cerebro: la brutalidad policíaca, la pregunta brotó con urgencia de mis labios.
-Hubo abuso por parte de los policías o los investigadores hacia ti? Abuso sexual? Golpes? Amenazas? Contéstame con la verdad.
Pareció no sorprenderle la pregunta, pero no contestó.
-Blanca, entiende, es importante que no por el hecho de ser lo que eres abusen de ti. Si hubo agresión sexual u maltrato físico o psicológico debes denunciarlo.
Negó con la cabeza.
-No lo hubo. –La miré con recelo, temía esa respuesta de antemano.- No me trataron como una reina pero tampoco me maltrataron.
Mi experiencia con clientes de ese tipo era la suficiente como para darme cuenta que mi amiga en realidad fue maltratada, y aunque ella no lo confesara yo lo sabía.
-De momento es todo, solicitaré te sea efectuada una evaluación médica y psicológica dentro de algunas horas, es importante saber en que condiciones te encuentras. –Cerré mi cuaderno- vendré en un rato más, voy a estar presente cuando te realicen las pruebas.
-Gracias por haber venido, gracias por todo lo que haces por mí.
La abracé de nuevo.
-Todo va a estar bien, deja todo en mis manos.
Continuará.....

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