Estúpido consuelo

Ya! Está decidido. Bueno, eso he dicho cientos, miles de veces a todos mis amigos que conocen esta triste historia; aunque viéndolo bien “nuestro” asunto ni siquiera llegó a ser amistad, menos historia. Curioso ¿no? Pero bueno, esta vez estoy decidida a sacarte de mi memoria y del corazón. Y lo decidí justo esa lluviosa mañana de lunes, cuando sin imaginármelo te ví entre la gente, sonriendo, acompañado de una elegante joven, no ví su rostro pero estoy segura que ha de ser bella, ó al menos posee la gracia juvenil que ya no hay en mí.
Creo que a ti no te agradó la idea de tener por pareja a una mujer que se acerca a esa maravillosa edad (que para el género masculino es terrible) como lo es la mitad de la treintena, y que además dependa de un sueldo para vivir.
Tienes razón, hiciste bien en no involucrarte con alguien que dejó a medias una Licenciatura, que luego inició un negocio y lo llevó a la quiebra por no querer separar el trabajo de la amistad; no ayudaba a tu estatus social estar al lado de alguien que ni siquiera sabe escoger el vestuario que le sienta bien y que además concluyó con éxito un curso de Inglés y por miedo no es capaz de practicar el idioma.
En fin, tomaste la decisión acertada al alejarte de una mediocre perdedora, aunque sigo pensando que si me hubieras dado la oportunidad de estar cerca de ti todo eso hubiera cambiado. Ja, ja! ¿lo ves? No cambio aún después de varios años, sigo aferrándome a ese estúpido pensamiento, mi único consuelo. Hasta para perder en el amor soy mediocre.
Esa mañana te veías feliz al lado de ella, faltaban tan solo 6 días para la Nochebuena. Comprendí entonces que ya no debo soñar despierta, y que ese regalo que escogí para ti nunca te lo entregaré; de hecho desde hace un año duerme un sueño ininterrumpido en el cajón de mi escritorio. No imaginas cuantas veces quise enviarlo con un mensajero a tu casa, y ahora me alegro por no haberlo hecho.
Voy a abrir la puerta de mi corazón para que te vayas, yo únicamente me quedaré con los recuerdos de una imaginaria fantasía, como aquella invitación que te hice para ir a tomar un café, la que por cierto no respondiste y ya nunca aceptarás. Guardo también el momento cuando te confesé la atracción que siento por tí y que fue la causa de tu desdén e indiferencia hacia mí.
A estas alturas ya no importan los motivos de este malogrado…..como llamarlo…..¿romance? ¿amor acaso? No sé. Y ni importa ya.
Llegó la hora de despertar y ver que no todo es tan malo en mi vida. Esta mañana me miré al espejo y me gustó lo que ví : me gusta mi piel, mi cabello y además mi proporcionado cuerpo está muy firme, puedo presumir de ello a mis 33 años.
Quizá sea cierto aquel dicho popular que reza “para gato viejo ratón tierno”, pues para un hombre de 40 años (como lo eres tú querido) la pareja ideal es una adolescente de veinte años.
Y yo me quedo sola, imaginando como otra ocupa el lugar que me correspondía a mí. Pero realmente no estoy tan sola, a donde quiera que voy el consuelo estúpido viene conmigo. Como mi inseparable sombra.
Creo que a ti no te agradó la idea de tener por pareja a una mujer que se acerca a esa maravillosa edad (que para el género masculino es terrible) como lo es la mitad de la treintena, y que además dependa de un sueldo para vivir.
Tienes razón, hiciste bien en no involucrarte con alguien que dejó a medias una Licenciatura, que luego inició un negocio y lo llevó a la quiebra por no querer separar el trabajo de la amistad; no ayudaba a tu estatus social estar al lado de alguien que ni siquiera sabe escoger el vestuario que le sienta bien y que además concluyó con éxito un curso de Inglés y por miedo no es capaz de practicar el idioma.
En fin, tomaste la decisión acertada al alejarte de una mediocre perdedora, aunque sigo pensando que si me hubieras dado la oportunidad de estar cerca de ti todo eso hubiera cambiado. Ja, ja! ¿lo ves? No cambio aún después de varios años, sigo aferrándome a ese estúpido pensamiento, mi único consuelo. Hasta para perder en el amor soy mediocre.
Esa mañana te veías feliz al lado de ella, faltaban tan solo 6 días para la Nochebuena. Comprendí entonces que ya no debo soñar despierta, y que ese regalo que escogí para ti nunca te lo entregaré; de hecho desde hace un año duerme un sueño ininterrumpido en el cajón de mi escritorio. No imaginas cuantas veces quise enviarlo con un mensajero a tu casa, y ahora me alegro por no haberlo hecho.
Voy a abrir la puerta de mi corazón para que te vayas, yo únicamente me quedaré con los recuerdos de una imaginaria fantasía, como aquella invitación que te hice para ir a tomar un café, la que por cierto no respondiste y ya nunca aceptarás. Guardo también el momento cuando te confesé la atracción que siento por tí y que fue la causa de tu desdén e indiferencia hacia mí.
A estas alturas ya no importan los motivos de este malogrado…..como llamarlo…..¿romance? ¿amor acaso? No sé. Y ni importa ya.
Llegó la hora de despertar y ver que no todo es tan malo en mi vida. Esta mañana me miré al espejo y me gustó lo que ví : me gusta mi piel, mi cabello y además mi proporcionado cuerpo está muy firme, puedo presumir de ello a mis 33 años.
Quizá sea cierto aquel dicho popular que reza “para gato viejo ratón tierno”, pues para un hombre de 40 años (como lo eres tú querido) la pareja ideal es una adolescente de veinte años.
Y yo me quedo sola, imaginando como otra ocupa el lugar que me correspondía a mí. Pero realmente no estoy tan sola, a donde quiera que voy el consuelo estúpido viene conmigo. Como mi inseparable sombra.
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